La fotografía, como puede apreciarse en el pie de foto, es de octubre de 2012. Han pasado ya casi siete años.
Me gusta especialmente porque refleja su forma de ser: honestidad, sinceridad y un brillo en los ojos que apuestan decididamente por el momento en el que se cumplirán todos sus sueños.
Hoy, el protagonista de la fotografía, cumple treinta años. ¡Joder, como pasa el tiempo!
Un tiempo en el que, como todo ser humano, ha evolucionado en su pensamiento y en su forma de actuar. Una evolución, en este caso no como todos los seres humanos, positiva y que le aporta un plus como persona.
Es, como el padre que le ayudó a venir a este mundo, un idealista y un firme convencido de la belleza que nos rodea.
Y ahí anda el hombre, tratando de capturar con su mirada (esa que solamente tienen y atesoran las personas que miran de una forma diferente) todo lo bello de las cosas y de las personas; tratando, con mucho esfuerzo, de conseguir su sueño: vivir y realizarse a través de la fotografía.
Seguro que lo conseguirá, conocimiento y aplomo no le faltan; además sabe, ¡lo sabe bien!, que cuenta con un valor añadido y definitivo: la persona que le acompaña en su día a día.
Espero que recibas estas breves palabras con júbilo para festejar, junto a nuestra familia, este treinta de marzo de dos mil diecinueve.
¡Muchos besos!