lunes, 8 de agosto de 2022

Curtis Lundy y Victor Jones, dos viejos bucaneros


Habían llegado a la sala con toda la parsimonia del mundo. Curtis Lundy, el primero, ataviado con un llamativo conjunto rojo; posteriormente, Sebastián Chames y Victor Jones.

Para ese momento, la sala, el Café Central de Madrid, ya estaba dispuesta y entregada para una sesión de jazz salvaje y bien construido.

El Café Central es ese mítico y casi único lugar de Madrid donde el aficionado a esta irrepetible forma musical, el jazz, puede expandirse y fundirse con la música.

La propuesta de la sesión (Curtis Lundy al contrabajo, Victor Jones a la batería y Sebastián Chames al piano) era ideal para dejar atrás los rigores atmosféricos y sociales de todo tipo que estamos viviendo o sufriendo.

Curtis Lundy y Victor Jones son dos sólidos y veteranos músicos afroamericanos que dominan la escena como viejos bucaneros bragados en mil batallas. Sebastián Chames, quien encabeza en esta sesión el trío, es un hispano argentino llegado a Madrid a través de Nueva York donde ha crecido musicalmente.

Elegido el campo y presentado el cartel, solamente nos quedaba lo importante: ¡la música de jazz!

Y es aquí donde debo estar generoso con lo escuchado: el trío se desbordó tocando con convicción y entrega, no dando arena por cal, haciendo un programa ajustado, aunque no corto, y demostrando que se puede estar por encima de modos y modas ofreciendo buena música de jazz.

Chames, una persona afable, además de buen músico, se esforzó en todo momento en conducir a esos dos prodigios de la naturaleza que ocupaban el escenario junto a él, Lundy y Jones, por los terrenos de un jazz tórrido, apasionado, sin efectismos o aspavientos, que desembocó en un concierto notable y con mucho respeto a la tradición.

Para mí el jazz es una forma de entender la vida. Entró en ella para quedarse, como una necesidad, como beber agua. Si no lo tengo, si me falta, es difícil continuar.

Por eso, como en esta ocasión, siempre vuelvo a beber a él, a la maestría de los mayores. Porque hay que escuchar a los viejos bucaneros, ya que ellos han vivido cosas en su día a día que marcan y determinan un camino a seguir.