La lectura de una entrevista con Ayanta Barilli, escritora e hija de Fernando Sánchez Dragó, ha traído a mi memoria una cena digna de recordar junto a tan ilustre escritor.
La cena en cuestión se celebró en los primeros meses de 2004 en el Restaurante Los Monjes del Hotel Zurbarán de Badajoz. Y era el broche final a una ¿espectacular? o, al menos, singular conferencia de un superlativo Fernando Sánchez Dragó.
Se trataba de un acto enmarcado dentro del Ciclo de Conferencias, organizado por Fundación Caja Badajoz, que contó con la participación de importantes personalidades de diversos ámbitos: el escritor Fernando Sánchez Dragó, el exentrenador del Real Madrid Vicente del Bosque, el doctor Enrique Moreno González, la periodista Ángela Rodicio o la investigadora Margarita Salas. Un ciclo de conferencias que estaba dirigido e ideado por el periodista y escritor extremeño José María Pagador Otero.
La conferencia, bajo el título “El héroe de las mil caras. Integrismo, multiculturalismo e ilustración”, se convirtió en una tribuna, por momentos en campo de batalla, donde Sánchez Dragó expuso algunas de sus ideas referidas a los mitos y las religiones. Terminada la exposición del tema, ya en el turno de preguntas, recuerdo perfectamente como el escritor se zafó de cualquier protocolo y se enzarzó en un “toma y daca” de preguntas y respuestas que puso de manifiesto su conocimiento del tema y su afilada experiencia en el arte de la palabra. Debo de reconocer que me lo pasé realmente bien y que el resultado de aquella conferencia elevó aún más el concepto que tenía del conferenciante.
Fernando Sánchez Dragó había llegado a mi universo personal en la década de setenta del siglo veinte y lo había hecho de la mano de la lectura de su enciclopédica obra “Gargoris y Habidis, una historia mágica de España”. Su lectura y lo fascinante de la vida del escritor habían elevado al personaje a la categoría de mito.
Ayanta Barilli define en esa entrevista a su padre como “un personaje público” y como “un hombre cautivador, en contra del sistema por definición, que jugaba, aunque otros crean que iba en serio”.
Quizás en esa definición de la hija este la esencia del personaje al que tuve el placer de leer y conocer. Leer en esa historia de España y en otras singulares obras o en aquellos apasionantes “Negro sobre blanco” y conocer en la aludida conferencia o en la cena posterior que no tuvo ningún tipo de desperdicio. Una cena en la que Fernando Sánchez Dragó pudo explayarse sobre todo aquello que le vino en gana y que seguramente realizó en ese tono juguetón al que hacía referencia su hija.
Viene al hilo, ya que hablamos de recuerdos, en uno de esos fascinantes “Negro sobre blanco”, el dedicado a la obra “Don Quijote de la Mancha y Libro de uso del Quijote” de José María Pagador Otero.
Por cierto, en la cena estaban presentes José María Pagador Otero, una compañera de Caja Badajoz (su nombre, en esta ocasión, no viene al caso) y el que esto escribe. A los postres, con un Sánchez Dragó en efervescencia, tuvimos la incorporación de la pareja de aquel momento del escritor, Naoko.