Emilio Solla es un pianista y compositor argentino que, afincado en Nueva York, dedica su tiempo a la formación y a impartir su maestría allá donde la solicitan.
Lo he conocido con motivo de un concierto en Badajoz, concretamente iniciando el ciclo de Fundación CB titulado “Jazz en Montesinos”.
Y debo de reconocer que me ha cautivado su maestría musical y su singularidad en lo personal.
Como argentino se define como “un italiano que habla español y que se cree francés”. Sugerente y original forma de definir al nacido en un país que vive permanentemente instalado en una crisis económica y social. Sin desperdicio sus sabrosos y ocurrentes comentarios en torno al actual proceso de renovación del presidente de la Nación Argentina. ¡Sabrosos, muy sabrosos!
Con una estrecha relación con Barcelona, su pareja es nacida en esa ciudad, no reúsa en dedicar hermosas palabras a todo lo que destila una ciudad cosmopolita donde pudo encontrar finalmente “un piano afinado” donde perfeccionar su sólida formación; en Barcelona, como no podía ser de otra manera, vivió y trabajó durante más de diez años.
Argentina, España o Estados Unidos son los lugares por donde ha peregrinado nuestro protagonista, lugares que han podido disfrutar de un músico criado en la música folclórica argentina y junto a un “viejo” que escuchaba jazz a raudales.
Y así, de esa manera, salió este músico apátrida que camina y viaja sin descanso por todos aquellos lugares que le reclaman para que les cuente su forma de ver la vida y la música; forma que no es otra que la de mostrar la riqueza humana y artística que generan los movimientos migratorios con su cruce de culturas.
Caminando, conversando o disfrutando de la gastronomía del lugar por el que transita, discurre una vida que tiene en este momento a Emilio Solla en el lugar donde le corresponde: el reconocimiento a nivel internacional de sus hermosas composiciones.
Posdata: lo del titulo “Un pianista del carajo” viene a cuento de una entrevista que leí donde manifestaba que “es un pianista del montón y un compositor del carajo”; a lo que yo respondo que, efectivamente “es un compositor del carajo, además de un pianista del carajo”.