viernes, 18 de octubre de 2024

Carlos Ayuso en "Jazz en Montesinos"


Carlos Ayuso, extremeño afincado en los Países Bajos, ha vuelto por su ciudad, Badajoz, para presentar su primera aventura como líder y compositor. Un proyecto que según el mismo manifiesta “atrapa al público con su energía contagiosa traspasando los límites del jazz sin dejar de ser fiel a sus raíces”.

Es, probablemente, una buena definición de lo que hoy nos han ofrecido sobre el escenario que Fundación CB reserva para su ciclo “Jazz en Montesinos”. Es evidente que nuestro protagonista conoce mejor que nadie lo que hace y ofrece. Pero, humildemente, me gustaría definir el concierto como un crisol musical, aquel que a través de un recipiente hecho de material refractario (la formación), funde alguna materia (la música) a temperatura muy elevada.

La formación, en cuarteto, que nos presentan es: Carlos Ayuso (batería y líder), Björk Semey (contrabajo), Marios Charalampous (saxo tenor) y Javier Alcántara (guitarra eléctrica); una formación que, procedente de Países Bajos, incorpora al pacense Javier Alcántara.

Y lo han hecho bien; diría que muy bien. Han entretenido y entusiasmado a un repleto auditorio que percibía como Carlos Ayuso trataba, con sus composiciones y liderazgo, contarnos que su curiosidad y voluntad le han permitido ir creciendo como músico, además de ser un baterista que busca cánones rítmicos del bebop que saben ir más allá de este lenguaje que causó furor a mediados del siglo XX.

En ese crecimiento musical que nuestro líder y protagonista ha realizado, se ha topado con un enérgico saxofonista (Marios Charalampous, Chipre), una multicultural bajista con amplias y variadas raíces musicales (Björk Semey, Suecia) y un experimentado y virtuoso guitarrista (Javier Alcántara, España), que le hacen crecer y orientar todo ese furor compositivo que demuestra hacía un universo musical en el que se encuentran a gusto ofreciendo momentos de gran calidez y otros de pura pasión y catarsis.

¡Larga vida al jazz!

domingo, 28 de julio de 2024

¡La música lo cura todo!


Para narrar la historia de este concierto, también la intrahistoria, conviene comenzar por el final; un final apoteósico con un cuarteto en forma y entregado a un público ávido de música.

Hablamos del cuarteto formado por Emilio Solla (piano), Antonio Lizana (saxo alto y voz), José López (contrabajo) y David León (batería); un cuarteto reunido para la ocasión que, por la profesionalidad de sus integrantes, rayaron a un gran nivel en una nueva sesión de “Jazz en Montesinos”.

La noche había terminado en lo atmosférico con una temperatura muy agradable (estamos hablando prácticamente de la medianoche) y con una sensación del trabajo bien hecho, lo que nos invitaba a sentarnos al fresco de una terraza para picar y hablar largo y tendido de anécdotas vividas junto a la música.

Y así, ¡de fácil!, fue el resultado final. Pero a aquel final no había resultado tan fácil llegar, ya que una serie de inconvenientes que fueron surgiendo a lo largo de la tarde noche pudieron haber terminado con esta bella aventura junto a la música de jazz.

La prueba de sonido estaba prevista para las siete y media de la tarde, una “hora muy apropiada” para un día que como es habitual en la ciudad nos despacharíamos con temperaturas que sobrepasarían los cuarenta grados. Y aquí tuvimos la primera prueba de supervivencia de músicos y técnicos, ya que, bajo un intenso y abrasador sol, debían solventar los típicos enredos de las pruebas de sonido que son el punto en el que las cosas pueden comenzar a torcerse para que el posterior concierto no camine según lo previsto. Y aquella prueba, nunca mejor denominación, pudo superarse muy a pesar del calor, el viento y otros inconvenientes que quedan en el terreno de la intrahistoria.

Pero me olvidaba contar que, antes de la prueba de sonido, el bueno de Emilio Solla, en su lucha con las tecnologías, nos había asustado con el siguiente mensaje por wasap: “Necesito que me salves, ya que cometí un error infantil porque como ustedes no son un teatro ni nada y no pedí músicos y no sé si tenéis si me lo puedes gestionar estamos en camino. Gracias y disculpas”.

Pues eso, imaginen la cara de incredulidad del receptor del mensaje con la duda planteada a eso de las siete de la tarde. Afortunadamente el sentido común nos llevó a aclarar que lo que no tenia disponible el maestro Emilio Solla para el concierto eran atriles y no músicos.

El lugar donde el concierto se celebró es una coqueta y amplia terraza situada en el corazón del casco antiguo de la ciudad de Badajoz; una autentica atalaya que hace las delicias de músicos y publico asistentes, pero que también sufre las inclemencias atmosféricas; inclemencias entre los que encontraríamos esa tarde noche, amén del referido y sofocante sol, el fuerte viento. Un viento que, con este calor, se agradece como leve brisa pero no con rachas algo huracanadas. Pero bueno, también con buena voluntad, pudimos solventar el problema de la prueba de sonido y del concierto. Recuerdo como Emilio Solla, en unos de los primeros temas comenzado el concierto, con las partituras volando a su alrededor y con un José León al que se le había venido encima su atril manifestaba: “Esto así es imposible”.

Y no fue así; muy al contrario: aquello fue posible y muy bello.

La formación de Emilio Solla y Antonio Lizana habían venido a Badajoz a presentar la música que contiene su disco “El siempre mar”, un álbum en el que versionan clásicos argentinos en el que flamenco y jazz van de la mano y al que se suman algunos temas originales del propio Solla.

España y Argentina unidas en torno a la música; un arte que no entiende de fronteras ni de banderas, un arte donde el músico disfruta de lo que hace sin encontrar ningún tipo de limitación o censura.

Emilio Solla es un pianista y compositor argentino que, afincado en Nueva York, dedica su tiempo a la formación y a impartir su maestría allá donde la solicitan.

Antonio Lizana es uno de los representantes más célebres del nuevo flamenco-jazz procedente del sur de España. Saxofonista de jazz, cantante de flamenco y compositor de una hermosa música.

José López, un robusto contrabajista gaditano residente en Barcelona, ha dedicado su vida a ir absorbiendo a lo largo de su amplia experiencia vital todo tipo de músicas siempre desde la perspectiva del jazz.

David León, percusionista ceutí, ha desarrollado su carrera musical en Cádiz junto a ritmos como el rock, el flamenco y, principalmente, el jazz.

Y estos cuatro señores (músicos con mayúsculas) nos ofrecieron un concierto soberbio, con un magnifico sonido y repertorio, en un lugar privilegiado donde nos recordaron que la música cura, sana e inyecta alegría en el cuerpo, siendo el mejor antídoto para todo porque es la mejor forma de conocer, escuchar y respetar otras culturas.

sábado, 20 de julio de 2024

CBF Trío - Jazz en Montesinos


El intenso calor de la jornada ha convertido la ciudad en un pequeño infierno; algo habitual, por cierto, en Badajoz. ¡Nada nuevo bajo el sol!

Hoy toca jazz en “Jazz en Montesinos”, ese espacio que poco a poco se va convirtiendo en un lugar de referencia para esa música compleja en su definición y nada fácil de delimitar, pero siempre amable con el aficionado; su coqueto auditorio o su vistosa terraza son lugares en los que apetece escuchar jazz.

Y hoy el protagonismo lo adquiere al CBF Trío, un nombre que identifica a tres pedazos de músicos; a saber: Pedro Calero (órgano hammond), Paulo Bandeira (batería) y André Fernandes (guitarra eléctrica); un trío que utiliza la improvisación como pilar fundamental de su música.

Son varios los años que llevan tocando juntos, prácticamente una década. Se dice pronto, pero es indudable que ello se aprecia sobradamente en la sincronización del trío.

La música que presentan son composiciones de Pedro Calero, André Fernandes o Pink Floyd. Su música resulta furiosa, impresionante y fundamental, con un sonido explosivo que toma elementos tanto del jazz como del rock o el blues, pero que es una declaración musical tan audaz e irreverente que, en su momento, fue tildada de revolucionaria.

En el CBF Trío se pueden escuchar sonidos cercanos al free jazz, al jazz más clásico o al rock, porque si algo ha caracterizado a este grupo ha sido su iconoclastia, su enfoque hacia un jazz que podía beber tanto de las fuentes más clásicas de esta música como no cortarse a la hora de versionar a formaciones como Pink Floyd. Son todo un soplo de aire fresco en el, a veces, cargado ambiente del jazz más clásico.

Pedro Calero, un talentoso pianista y compositor que se ha convertido en un músico omnipresente e imprescindible en la escena musical extremeña, que utiliza la música como una forma de rendir un permanente homenaje a las influencias positivas en su vida: arte, música, espiritualidad o familia parecen ser protagonistas de todo lo que toca o compone.

Paulo Bandeira, un todoterreno de la batería, amante de la mezcla entre el lenguaje del jazz y otras tendencias musicales que aporta al trío la traducción que hace que los ritmos contagiosos del tema parezcan que son construidos sin gran esfuerzo.

André Fernandes, con cerca de medio centenar de discos publicados, es un guitarrista con un sonido propio que ha impulsado el jazz en Portugal a niveles de calidad que a nadie deben envidiar; también un compositor maduro y fresco, con una capacidad de improvisación impresionante.

En definitiva, un trío de raza ibérica con dos portugueses y un español que ayudan a que dos países aislados en lo musical durante décadas, por razones geográficas y políticas, alcancen en la actualidad un brillo análogo al de cualquier otro lugar.

Y el calor, intenso, dio paso a una noche amable que, junto a la excelente puesta en escena del trío, permitió al público asistente seguir haciendo camino en esta sala de referencia en la que se está convirtiendo “Jazz en Montesinos”.

sábado, 25 de mayo de 2024

Pere Pons y Horacio Fumero, pareja singular


Pere Pons y Horacio Fumero son una pareja singular; ambos, tocados con sombrero o gorra, dedican su tiempo a predicar el jazz.

Del primero conocía de sus andanzas por estos mundos jazzísticos por su dilatada e intensa actividad como escritor, periodista en diversos medios, impulsor y colaborador de festivales, fundador de revistas de jazz o autor de varios libros.

Del segundo, por mis canas y discoteca, había saboreado (en conciertos o grabaciones) su espectacular carrera musical al lado de grandes músicos como Gato Barbieri, Freddie Hubbard, Johnny Griffin, Woody Shaw, Benny Golson o nuestro querido y admirado Tete Montoliu.

Y de este último, Tete Montoliu, viene la cosa; una cosa que tenía como objetivo recordar y homenajear a ese maravillo, único y gran pianista que fue nuestro Tete Montoliu.

Han venido a Badajoz, dentro del Ciclo Jazz en Montesinos que organiza Fundación CB, a presentar el libro “Round about Tete” (Libros del Kultrum), una biografía coral sobre la vida y obra de Tete Montoliu, en un libro escrito por Pere Pons y que Horacio Fumero ilustra con el contrabajo.

Tete Montoliu, el negro del Eixample, ha sido el más prestigioso y reconocido universalmente de nuestros músicos de jazz. Y es de él, a través de esta ambiciosa biografía coral que se nos presenta, del que se busca mantener vivo su legado echando mano de una legión de músicos, familiares, allegados y amigos para explicar a fondo al genial pianista y compositor.

La tarde noche transcurrió entre la presentación de la referida obra y una cena en el siempre agradable y magnifico restaurante Casa Marce.

La presentación del libro fue un torrente de ilustración sobre el jazz; Pere y Horacio recrearon momentos vividos junto al maestro Tete, momentos unos conocidos y otros totalmente inéditos para las personas que allí nos encontrábamos. ¡Una delicia!

Después, al termino del acto de presentación, vino una cena para el recuerdo. Pere, Horacio, mi querido amigo Lorenzo y el que esto escribe, dando cuenta de hermosas viandas (jamón, lomo o bacalao dorado) pusimos letra y música a la noche.

Pere nos hablaba de su vida, de esa forma de encararla siendo uno mismo, en un juego de un malabarista que, a su labor de escritor y periodista, suma la faceta de propulsor de la carrera de distintos músicos (por ejemplo, la de Horacio Fumero), o programando cultura en cualquier lugar que se le reclame. Un enamorado de una Barcelona que hoy, según su opinión, languidece por infinidad de factores.

Y Horacio nos habló largo y tendido de su recorrido vital, que es también en cierta medida parte de la historia del jazz en este país. Desde su llegada hace cincuenta años a Barcelona, hasta sus experiencias junto a monstruos como Gato Barbieri y Tete Montoliu. Mezclando la música con mi vida, nos contó relatos de escena y anécdotas con pequeños monólogos que hicieron nuestra delicia. Horacio es un tipo que toca el contrabajo y que luce mucha memoria, humor y emociones de todo tipo. Él que presume de estar siempre en la sombra, ha estado, al menos esta tarde noche, debajo del foco más intenso.

Y, desgraciadamente, llegó el momento de las despedidas; una despedida en la que Pere Pons se ajusta el sombrero y esgrime la sonrisa de un hombre forjado en la tarea de predicar la palabra del jazz. Mientras, Horacio Fumero se funde en un caluroso abrazo con Lorenzo y conmigo; un Horacio que nos presenta el último retrato de un artista muy especial que, además de ser un gran acompañante, ha sabido componer música de espacios infinitos, de esperas contenidas, que vuelven como jadeos en esa comunión de ese jazz mayúsculo que aprendió junto a Tete.

Gracias, muchas gracias, a Pere y Horacio.

sábado, 27 de abril de 2024

Bobby Martínez en Jazz en Montesinos


Los ecos de una trompeta son siempre alentadores; es decir, para mí y en este caso, me infunden aliento y me animan a escribir.

Es Carlos Rossi el que sopla y emite notas sin parar; es Rossi un musico de gran formación académica y demostrada versatilidad como intérprete y arreglista. Es Rossi uno de los integrantes del sexteto que lidera ese viejo y experimentado saxofonista llamado Bobby Martínez.

Bobby Martínez, ese combinado entre el pica-pica latino y el swing norteamericano, se ha venido por aquí, por Badajoz, a contarnos lo que en la actualidad está haciendo junto a un grupo de jóvenes músicos que saben bien lo que se traen entre manos. La formación ofrece música original en el que la tradición jazzística es la base sobre la que crecer e improvisar a lo largo de los ochenta minutos que ha durado el concierto.

Los integrantes de la banda son: Bobby Martinez (saxo tenor), Carlos Rossi (trompeta y fiscorno), Nacho Fernández (guitarra eléctrica), Iñigo Ruiz de Gordejuela (piano), Darío Guibert, (contrabajo) y César de Frías (batería). En un par de temas, por invitación de Bobby Martínez, se une a la banda Rodrigo Parejo (flauta).

Fue un concierto exento de jazz latino y agraciado por una acústica muy trabajada. Bobby Martínez y Carlos Rossi actuaron como maestros de ceremonia de un convite musical que demuestra que con buenos músicos y mejores compositores no es necesario tirar de la extensa discoteca del estándar del jazz.

Un concierto en el que presentaron principalmente el álbum «Te Lo Dije», con temas íntegramente originales de los miembros del grupo, en el que dejaron bien patente su amor por la tradición jazzística y el conocimiento de la escena actual. Especial recuerdo para el sentido homenaje a la memoria del saxofonista Bob Sands, con el tema 'One for Bob', escrito por Bobby Martínez.

La sala, Montesinos 22, abarrotada; con un público entregado a un nuevo capitulo de esta nueva historia de amor del jazz con la ciudad de Badajoz.

domingo, 17 de marzo de 2024

Giovanni Guidi en Badajoz

 

Que la música no entiende de fronteras es una evidencia. Y que son los músicos los que materializan esa conducta, es también evidente.

Viene esto a cuento tras haber compartido concierto, además de mesa y mantel, con Giovanni Guidi, un pianista nacido en 1985 en Foligno (en la Umbría italiana).

Guidi es hombre de poliédrica personalidad, íntimo y reservado, lírico y disonante, además de sensual e irónico. Conocido por su técnica en el piano y por su capacidad de improvisar con gran fluidez y creatividad, es una de las figuras más interesantes que existen en la actualidad en la escena jazzísticas italiana desde que fue presentado por el maestro Enrico Rava. Ha grabado para CAM Jazz, Venus o ECM y presentado su música en festivales de New York, Chicago, San Francisco, Buenos Aires, Santiago de Chile, Rio De Janeiro, Salvador de Bahía, Toronto, Montreal, Hong Kong, Jakarta, Tokyo, Seul, Mumbai, New Delhi, Estambul, Berlín, Londres, Atenas y Bucarest; es decir, por medio planeta.

El concierto fue brillante, con un Giovanni Guidi desaforado inundando la sala con un pianismo que bebe de Keith Jarrett o Sonny Clark, con temas que enlazaba uno tras otro sin dejar respirar a un auditorio repleto y fascinado con su puesta en escena.

Hasta el momento, “Jazz en Montesinos”, la marca que pone nombre al ciclo jazzístico de Fundación CB, nos está ofreciendo distintas formas de entender e interpretar jazz al piano: Emilio Solla, Chano Domínguez, Ignasi Terraza, José Carra y, ahora, Giovanni Guidi.

Y si Giovanni Guidi no entiende las fronteras en la música, menos las entiende en su forma de ver el mundo que nos rodea; es crítico, muy crítico, con todo lo que está ocurriendo a nuestro alrededor con las políticas que impiden que la gente se mueva libremente por el mundo en busca de una mejor situación social, económica o política. Bebe de ese axioma que enuncia que “las fronteras, las banderas y las religiones solo sirven o han servido para que muera la gente”.

Después del concierto, en la etapa de la mesa y mantel en la Bodega San José, además de las reflexiones sobre la situación política que vivimos, pudimos compartir opiniones en torno a nuestro amor compartido por el jazz y la música; siempre acompañados por Massimo Di Stefano, su manager y un excelente conversador.

Perigeo, Franco D'Andrea, Danilo Rea, Enrico Rava, Massimo Faraò, Gino Paoli o el Flamenco, hicieron de la velada un auténtico placer. Hablamos también de una supuesta presencia en el próximo festival de jazz de Badajoz.

¡A repetir!

lunes, 12 de febrero de 2024

Arturo Serra y José Carra: un dúo conectado

Se trata del cuarto concierto del ciclo organizado en Badajoz por Fundación CB bajo el titulo “Jazz en Montesinos”. Un concierto que tiene como novedad la formación presentada: un dúo de vibráfono y piano. Los tres anteriores (Emilio Solla, Chano Domínguez e Ignasi Terraza) habían sido a piano solo.

Arturo Serra y José Carra son los protagonistas de este sábado incrustado en el Carnaval de la ciudad que, posiblemente, ha restado algo de público al concierto; poco más de medio centenar de personas han sido los afortunados de disfrutar de una elegante y rodada formación.

El vibrafonista Arturo Serra está considerado como uno de los mejores vibrafonistas del país, con un instrumento poco utilizado por su dificultad técnica. Por su parte, el pianista José Carra es uno de los jóvenes y brillantes pianistas que pueblan el panorama jazzístico español. Ambos músicos están en los últimos tiempos mostrando su trabajo en numerosos conciertos por toda la geografía española.

Serra, a lo largo del concierto, comentó en varias ocasiones la permanente conexión que, por wasap, tiene con Carra y que le permite preparar nuevos temas a interpretar en sus conciertos. Añado a su comentario, que la conexión de estos dos músicos va más allá del wasap. Y lo digo porque hablo de una conexión que se remonta al origen de sus propias carreras musicales.

Es muy probable, diría que seguro, que este concierto no se hubiera celebrado caso de no existir esa conexión a la que aludo. Arturo Serra, valenciano residente en Málaga, es un músico que llegó a esta ciudad en busca de un futuro en el campo de la música; en esa ciudad pudo establecerse, crecer musicalmente y ser, entre otros logros, profesor de múltiples alumnos, entre los que se encontró a José Carra.

Es evidente que esa conexión, alumno profesor, será la génesis de una reunión musical que después de infinitos conciertos sigue maravillando e iluminando el mundo del jazz.

En el concierto aludido, las expectativas no quedaron huérfanas. Arturo Serra y José Carra derrocharon su intima conexión. La que trasmitieron sin fisuras o aspavientos, a través de esos instrumentos en apariencia contrapuestos, que se fusionaron en ritmo, melodía y armonía con una improvisación calculada y libre a la vez. Enorme complicidad con miradas o gestos que nos transportaron a un mundo sin fin como el del JAZZ.