Es temprano y la ciudad está desierta. Es un placer pasear por la misma y empaparse de su soledad y silencio. En el paseo te cruzas con otros transeúntes que, entiendo, disfrutan del mismo placer del paseo y la observación. Es un discurrir tranquilo, sin prisas.
También es un buen momento para acercarse a la biblioteca y disfrutar de un rato de lectura relajada con un contenido eminentemente musical. En este caso, revistas que me acercan a la actualidad musical y que calman esa ambición desmedida de estar siempre en contacto con la música. Es practicar aquello que Friedrich Nietzsche dijo en una ocasión:”Sin música la vida sería un error”.
En mis manos y durante un largo rato, reposaran los números de diciembre 2010 y enero 2011, respectivamente, de Rock de Lux y Scherzo. En la primera se pueden degustar, entre otras cosas, un reportaje sobre la Banda Trapera del Río, el obituario del mítico saxofonista Marion Brown o la crónica del reciente concierto, en Barcelona, de Sonny Rollins. En la segunda, Pablo Calvo nos introduce en la senda del pianista cubano Pepe Rivero o nos cuenta la última novedad bibliográfica titulada “Bitches Brew: Génesis de la obra maestra de Miles Davis”.
En Scherzo, revista eminentemente dedicada a la música clásica, hemos podido disfrutar a lo largo de los últimos años de la prosa maravillosa y del gran conocimiento musical de los tristemente desaparecidos Ebbe Traberg o Federico González.
Por cierto, me llegan ecos (tristes) que Cuadernos de Jazz dejará de publicarse en formato impreso. ¡Una lastima! He seguido, desde su número cero, su vida mes a mes y año a año: 121 números ininterrumpidos entre 1990 y 2010.
Y ya que hablamos sobre revistas musicales, debo recordar algunas de las que seguí y me influyeron (son las que ahora mismo me vienen a la memoria).
Sal Común era una revista que se nutría de todas las tendencias progresistas heredadas de los 70 del pasado siglo, y que en lo musical se abría a las nuevas músicas, de hecho en el suplemento que se insertaba de Disco-Express se informaba puntualmente de la actualidad de los nuevos grupos que iban surgiendo. Sal Común era una revista "alternativa", portada-contra en color, el resto en papel de estraza en blanco y negro. En principio tenía un formato grande, algo menos de un A3, después cambió a un formato A4, pero con más páginas. Los contenidos eran principalmente sobre cine, literatura y mucha música. Disco Express era desde los 70 una revista independiente, para posteriormente editarse junto a Sal Común.
Vibraciones, una maravillosa revista musical donde se encontraban Murillo, Manrique, Juliá, Llopis y un largo etcétera de periodistas del underground. Todos los artículos eran sobresalientes y los reportajes de conciertos fabulosos. Había artículos magníficos sobre Johnny Winter, Tod Rundgrend o Tangerine Dream, sin olvidar sus especiales sobre Zeppelín, Beatles, Stones o el dedicado a la música reggae. También sobre grupos de jazz rock. Siempre estaban atentos y fueron los que mejor analizaron a los Sex Pistols y a los The Clash que resultaban la vanguardia del momento.
Popular 1 fue también un clásico de los setenta que ha seguido desarrollándose hasta la actualidad. Dedicaban artículos a los Rolling Stones, Pink Floyd, Sex Pistols o Doctor Feelgood. Como puede verse rock y más rock.
Quartica Jazz. ¡Que maravilla de revista! ¡Cuánto he aprendido de sus excepcionales contenidos! Conservo en mi archivo toda la colección.
Bueno, ya habrá tiempo de seguir hablando de revistas musicales. Esto era solo una reflexión (muy apresurada) al hilo de lo leído una mañana de domingo.