domingo, 28 de julio de 2024

¡La música lo cura todo!


Para narrar la historia de este concierto, también la intrahistoria, conviene comenzar por el final; un final apoteósico con un cuarteto en forma y entregado a un público ávido de música.

Hablamos del cuarteto formado por Emilio Solla (piano), Antonio Lizana (saxo alto y voz), José López (contrabajo) y David León (batería); un cuarteto reunido para la ocasión que, por la profesionalidad de sus integrantes, rayaron a un gran nivel en una nueva sesión de “Jazz en Montesinos”.

La noche había terminado en lo atmosférico con una temperatura muy agradable (estamos hablando prácticamente de la medianoche) y con una sensación del trabajo bien hecho, lo que nos invitaba a sentarnos al fresco de una terraza para picar y hablar largo y tendido de anécdotas vividas junto a la música.

Y así, ¡de fácil!, fue el resultado final. Pero a aquel final no había resultado tan fácil llegar, ya que una serie de inconvenientes que fueron surgiendo a lo largo de la tarde noche pudieron haber terminado con esta bella aventura junto a la música de jazz.

La prueba de sonido estaba prevista para las siete y media de la tarde, una “hora muy apropiada” para un día que como es habitual en la ciudad nos despacharíamos con temperaturas que sobrepasarían los cuarenta grados. Y aquí tuvimos la primera prueba de supervivencia de músicos y técnicos, ya que, bajo un intenso y abrasador sol, debían solventar los típicos enredos de las pruebas de sonido que son el punto en el que las cosas pueden comenzar a torcerse para que el posterior concierto no camine según lo previsto. Y aquella prueba, nunca mejor denominación, pudo superarse muy a pesar del calor, el viento y otros inconvenientes que quedan en el terreno de la intrahistoria.

Pero me olvidaba contar que, antes de la prueba de sonido, el bueno de Emilio Solla, en su lucha con las tecnologías, nos había asustado con el siguiente mensaje por wasap: “Necesito que me salves, ya que cometí un error infantil porque como ustedes no son un teatro ni nada y no pedí músicos y no sé si tenéis si me lo puedes gestionar estamos en camino. Gracias y disculpas”.

Pues eso, imaginen la cara de incredulidad del receptor del mensaje con la duda planteada a eso de las siete de la tarde. Afortunadamente el sentido común nos llevó a aclarar que lo que no tenia disponible el maestro Emilio Solla para el concierto eran atriles y no músicos.

El lugar donde el concierto se celebró es una coqueta y amplia terraza situada en el corazón del casco antiguo de la ciudad de Badajoz; una autentica atalaya que hace las delicias de músicos y publico asistentes, pero que también sufre las inclemencias atmosféricas; inclemencias entre los que encontraríamos esa tarde noche, amén del referido y sofocante sol, el fuerte viento. Un viento que, con este calor, se agradece como leve brisa pero no con rachas algo huracanadas. Pero bueno, también con buena voluntad, pudimos solventar el problema de la prueba de sonido y del concierto. Recuerdo como Emilio Solla, en unos de los primeros temas comenzado el concierto, con las partituras volando a su alrededor y con un José León al que se le había venido encima su atril manifestaba: “Esto así es imposible”.

Y no fue así; muy al contrario: aquello fue posible y muy bello.

La formación de Emilio Solla y Antonio Lizana habían venido a Badajoz a presentar la música que contiene su disco “El siempre mar”, un álbum en el que versionan clásicos argentinos en el que flamenco y jazz van de la mano y al que se suman algunos temas originales del propio Solla.

España y Argentina unidas en torno a la música; un arte que no entiende de fronteras ni de banderas, un arte donde el músico disfruta de lo que hace sin encontrar ningún tipo de limitación o censura.

Emilio Solla es un pianista y compositor argentino que, afincado en Nueva York, dedica su tiempo a la formación y a impartir su maestría allá donde la solicitan.

Antonio Lizana es uno de los representantes más célebres del nuevo flamenco-jazz procedente del sur de España. Saxofonista de jazz, cantante de flamenco y compositor de una hermosa música.

José López, un robusto contrabajista gaditano residente en Barcelona, ha dedicado su vida a ir absorbiendo a lo largo de su amplia experiencia vital todo tipo de músicas siempre desde la perspectiva del jazz.

David León, percusionista ceutí, ha desarrollado su carrera musical en Cádiz junto a ritmos como el rock, el flamenco y, principalmente, el jazz.

Y estos cuatro señores (músicos con mayúsculas) nos ofrecieron un concierto soberbio, con un magnifico sonido y repertorio, en un lugar privilegiado donde nos recordaron que la música cura, sana e inyecta alegría en el cuerpo, siendo el mejor antídoto para todo porque es la mejor forma de conocer, escuchar y respetar otras culturas.

sábado, 20 de julio de 2024

CBF Trío - Jazz en Montesinos


El intenso calor de la jornada ha convertido la ciudad en un pequeño infierno; algo habitual, por cierto, en Badajoz. ¡Nada nuevo bajo el sol!

Hoy toca jazz en “Jazz en Montesinos”, ese espacio que poco a poco se va convirtiendo en un lugar de referencia para esa música compleja en su definición y nada fácil de delimitar, pero siempre amable con el aficionado; su coqueto auditorio o su vistosa terraza son lugares en los que apetece escuchar jazz.

Y hoy el protagonismo lo adquiere al CBF Trío, un nombre que identifica a tres pedazos de músicos; a saber: Pedro Calero (órgano hammond), Paulo Bandeira (batería) y André Fernandes (guitarra eléctrica); un trío que utiliza la improvisación como pilar fundamental de su música.

Son varios los años que llevan tocando juntos, prácticamente una década. Se dice pronto, pero es indudable que ello se aprecia sobradamente en la sincronización del trío.

La música que presentan son composiciones de Pedro Calero, André Fernandes o Pink Floyd. Su música resulta furiosa, impresionante y fundamental, con un sonido explosivo que toma elementos tanto del jazz como del rock o el blues, pero que es una declaración musical tan audaz e irreverente que, en su momento, fue tildada de revolucionaria.

En el CBF Trío se pueden escuchar sonidos cercanos al free jazz, al jazz más clásico o al rock, porque si algo ha caracterizado a este grupo ha sido su iconoclastia, su enfoque hacia un jazz que podía beber tanto de las fuentes más clásicas de esta música como no cortarse a la hora de versionar a formaciones como Pink Floyd. Son todo un soplo de aire fresco en el, a veces, cargado ambiente del jazz más clásico.

Pedro Calero, un talentoso pianista y compositor que se ha convertido en un músico omnipresente e imprescindible en la escena musical extremeña, que utiliza la música como una forma de rendir un permanente homenaje a las influencias positivas en su vida: arte, música, espiritualidad o familia parecen ser protagonistas de todo lo que toca o compone.

Paulo Bandeira, un todoterreno de la batería, amante de la mezcla entre el lenguaje del jazz y otras tendencias musicales que aporta al trío la traducción que hace que los ritmos contagiosos del tema parezcan que son construidos sin gran esfuerzo.

André Fernandes, con cerca de medio centenar de discos publicados, es un guitarrista con un sonido propio que ha impulsado el jazz en Portugal a niveles de calidad que a nadie deben envidiar; también un compositor maduro y fresco, con una capacidad de improvisación impresionante.

En definitiva, un trío de raza ibérica con dos portugueses y un español que ayudan a que dos países aislados en lo musical durante décadas, por razones geográficas y políticas, alcancen en la actualidad un brillo análogo al de cualquier otro lugar.

Y el calor, intenso, dio paso a una noche amable que, junto a la excelente puesta en escena del trío, permitió al público asistente seguir haciendo camino en esta sala de referencia en la que se está convirtiendo “Jazz en Montesinos”.