domingo, 26 de enero de 2025

“¡Lo tengo en vinilo!” de Oscar Avendaño

Diego R. J. hojea el libro ¡Lo tengo en vinilo!

Llego a casa, vengo desaforado y nervioso. Subo inmediatamente a la buhardilla a comprobar que están allí; que no se han movido, que reposan, guardan y custodian toda una vida (o parte de ella) dedicada a vivir cerca de la música. Son, para aclararlo, cerca tres mil vinilos (quizás lo superen) que he ido atesorando desde que era joven o muy joven.

Me explicaré, ya que esta forma de comenzar un texto, no cabe duda, no es la más correcta ni académica.

Vengo de la presentación del libro “¡Lo tengo en vinilo!” de Oscar Avendaño; una actividad compartida por el Club de Conciertos Badajoz y Fundación CB, parida de una mente inquieta y singular como la de José María Morales, presidente y socio número uno del referido Club.

Ya más tranquilo, frente al ordenador, y en una habitación donde se guardan y custodian cerca de cuatro mil discos compactos (quizás más) y cientos de carpetas digitales (no me atrevo a poner número), comienzo a fantasear y recordar con el telón de fondo de la presentación vivida y disfrutada.

Comenzaré por afirmar que el libro “¡Lo tengo en vinilo!” es sobre todo la obra de un fan de la música, un ejercicio de recuerdos vividos que tienen como banda sonora los temas que propone nuestro protagonista, Oscar Avendaño.

Un Oscar Avendaño que, junto a Diego R. J. (si, el legendario locutor de Radio 3 y el Sótano) y Fernando M. Monzú (un varón de pelo ya no tan negro, con una estatura superior a la media, que se dedica a escribir), desgranará todas las historias que ha vivido a la caza del vinilo que buscaba, los lugares en los que finalmente reposaban esos vinilos o historias intestinas y secretas que pasaron en torno a esta locura llamada la del coleccionista de discos.

Y eso ha puesto en marcha mi máquina de la memoria. Una máquina que comienza con un intento infructuoso de saber cuál fue mi primer vinilo en esa extensa y vasta colección; un primer vinilo que, con gran seguridad, pertenecería a los discos de mi hermano (mayor y único hermano).

Pero claro, si eso es como ahora lo recuerdo, mi colección comenzaría a crecer de manera alocada (pero con criterio) en un afán de escuchar y atesorar todo lo que en cada momento recibía el visto bueno de mi voracidad musical.

¡Qué recuerdos!, ¡qué momentos los vividos buceando en las cajas de vinilos!; minutos que se alargaban hasta horas, donde una, dos o tres piezas eran el botín conseguido que pasaría, primero, a machacar la aguja del tocadiscos y después a un lugar preferente en algún anaquel de la discoteca.

Llegabas desbocado, nervioso por los cuatro costados, entrabas en aquellos templos, reducidos en espacio y amplios en material discográfico, y comenzaba aquella maravillosa y ya imposible historia de buscar entre los cajones de los discos a la búsqueda de aquel deseado LP que posteriormente desgastarías, por la cara a y la b, para después embolsar cual inalcanzable tesoro que pasaría a formar parte de la isla perdida de tu habitación familiar.

Los lugares: principalmente Badajoz, pero también Madrid o cualquier ciudad que se cruzase en mi camino. Sin olvidar las compras por correo en España o Estados Unidos (¡un sinvivir entre el pedido y la recepción del mismo!).

Aquellas maravillosas “Ítaca Discos” o “Ciclos”, en Badajoz, donde, a través de la maestría de sus gestores y propietarios -Antonio o Carlos-, se nos permitía tener un lugar donde peregrinar a buscar y escuchar nuestros discos de aquellos músicos que colmaban nuestro ansía de libertad: John Coltrane, Miles Davis, Return to Forever, Mahavishnu Orchestra, Frank Zappa o Tete Montoliu.

También, en Badajoz: Galerías Preciados o El Corte Inglés, y en Madrid: Discoplay, M.F. Discos, La Metralleta o Discos Melocotón permitían el crecimiento de la discoteca.

Y aquí estamos, escribiendo pero también asegurando que muchos de los discos que pasaron por la referida charla (la que da origen a estas atropelladas líneas) o por la memoria del que esto escribe “los tengo en vinilo”.

viernes, 24 de enero de 2025

Late to the Party - The Fried Seven


Por mediación de Carlos Ayuso (al cual expreso mi agradecimiento), llega a mi poder un cd divertido, vitalista y muy bien elaborado. Su título, “Late to the Party”, y la formación bajo la que graban, The Fried Seven, anticipan de qué va la historia: jazz de los años 20 del siglo XX.

En aquellos años la palabra “jazz” estaba comenzando a familiarizarse con el gran público y era etiqueta de cualquier orquesta que incorporara percusión o que hiciera un poco más ruido de lo establecido como normal. Años en los que muchos de los músicos de Nueva Orleans emigraban a ciudades como Chicago y Nueva York, popularizando el jazz.

Después, tras estas formas primigenias de entender el jazz en los Estados Unidos, vendría su rica y vertiginosa evolución: dixieland, swing, bebop, cool, hard bop, free jazz…. lo que daría paso a lo que hoy podemos escuchar por cualquier zona de nuestro planeta.

Y aquí tenemos un ejemplo de globalización, una banda multicultural y multinacional realizando dixieland y swing en pleno siglo XXI. Una banda, The Fried Seven, en la que destacan dos viejos conocidos para el que esto escribe: Carlos Ayuso y Pablo Castillo.

De ellos he comentado cosas como:

· Pablo Castillo, trompetista enorme y magnifico, dotado de un fraseo lírico dentro de un estilo musical duro como es el hard bop, encabezó su propia manera de entender la historia del jazz: una forma de ver en ella algo sobre lo que incidir, algo vivo con lo que dialogar o discutir, modificar y recoger para lanzar hacia el futuro con decisión.

· Carlos Ayuso, extremeño afincado en los Países Bajos, ha vuelto por su ciudad, Badajoz, para presentar su primera aventura como líder y compositor. Un proyecto que según el mismo manifiesta “atrapa al público con su energía contagiosa traspasando los límites del jazz sin dejar de ser fiel a sus raíces”.

Reconozco que lo que en el cd puede escucharse no es mi estilo jazzístico preferido (¡aunque le doy a todos los palos!); pero puedo asegurar en relación con la grabación: que nos encontramos ante un conjunto de temas que enriquecen la escena musical europea actual con sus electrizantes interpretaciones, donde juega un papel clave la rica herencia del jazz a través de los instrumentos e intérpretes de los mismos que nos aseguran un conocimiento muy importante de la historia de esta vieja y maravillosa música que es el jazz.

Carlos, enhorabuena por este nuevo paso en tu apasionante vida con el jazz.

domingo, 5 de enero de 2025

Ire Lenes - Archipiélagos

El frio se ha instalado definitivamente por estas tierras; es el momento elegido para disfrutar (como me pedía su autora) de su “Archipiélagos”, una obra dedicada a eso que ahora esta tan de moda: “la negación del contrario”.

Se escribe en el libro que “los archipiélagos se caracterizan por quedar unidos por aquello que los separa, el agua”. Frase que encierra una gran verdad en esta vorágine de “la negación del contrario”.

Ire Lenes, una licenciada en sociología con master en relaciones internacionales que abrazó la fotografía de manera autodidacta en 2013, nos sumerge en un universo que bien podría estar ahí al lado, ya que la moda de negar todo lo que no gobierna nuestras sienes es algo corriente y al cabo de la calle. No hay respeto por las minorías raciales, étnicas o culturales, imperando de forma peligrosa la intolerancia.

La fotógrafa nos pasea por Vilna, capital del país, para ofrecernos una amplia panorámica de las vidas de las minorías étnicas en Lituania, primera república en independizarse la URSS, donde cualquier aspecto que se vincule con lo soviético se mira con recelo.

Y lo hace, entiendo, realizando fotografías sin parar, saliendo con su cámara a observar la vida diaria, superando la timidez de observar y hacer clic al saber que algo hay en esa toma.

Y lo hace, entiendo, fotografiando lo que mira y admira; respetando a cada persona y situación por la que siente curiosidad por su forma de expresarse, de comunicarse o de relacionarse con el entorno. Parece decirnos que “si lo hace es porque lo respeta”, muy al contrario de lo que denuncia el proyecto que nos presenta.

Debo reconocer, reconocerle a Ire, que he disfrutado mucho de “Archipiélagos”, no sé si tanto como ella lo ha hecho en su viaje a Lituania; aunque, me arriesgo a manifestar, su nivel de satisfacción debió de ser muy alto por el resultado de este hermoso proyecto.

Ire Lenes, a riesgo de errar, parece indicarnos que ha llegado el momento de escoger un lado o de permanecer en silencio y ver como los otros se hieren o despedazan sin ningún sentido…………………….