Se trata del cuarto concierto del
ciclo organizado en Badajoz por Fundación CB bajo el titulo “Jazz en Montesinos”.
Un concierto que tiene como novedad la formación presentada: un dúo de vibráfono
y piano. Los tres anteriores (Emilio Solla, Chano Domínguez e Ignasi Terraza)
habían sido a piano solo.
Arturo Serra y José Carra son los
protagonistas de este sábado incrustado en el Carnaval de la ciudad que,
posiblemente, ha restado algo de público al concierto; poco más de medio
centenar de personas han sido los afortunados de disfrutar de una elegante y rodada
formación.
El vibrafonista Arturo Serra está
considerado como uno de los mejores vibrafonistas del país, con un instrumento poco
utilizado por su dificultad técnica. Por su parte, el pianista José Carra es
uno de los jóvenes y brillantes pianistas que pueblan el panorama jazzístico español.
Ambos músicos están en los últimos tiempos mostrando su trabajo en numerosos
conciertos por toda la geografía española.
Serra, a lo largo del concierto,
comentó en varias ocasiones la permanente conexión que, por wasap, tiene con
Carra y que le permite preparar nuevos temas a interpretar en sus conciertos. Añado
a su comentario, que la conexión de estos dos músicos va más allá del wasap. Y
lo digo porque hablo de una conexión que se remonta al origen de sus propias
carreras musicales.
Es muy probable, diría que seguro,
que este concierto no se hubiera celebrado caso de no existir esa conexión a la
que aludo. Arturo Serra, valenciano residente en Málaga, es un músico que llegó
a esta ciudad en busca de un futuro en el campo de la música; en esa ciudad pudo
establecerse, crecer musicalmente y ser, entre otros logros, profesor de
múltiples alumnos, entre los que se encontró a José Carra.
Es evidente que esa conexión,
alumno profesor, será la génesis de una reunión musical que después de infinitos
conciertos sigue maravillando e iluminando el mundo del jazz.
En el concierto aludido, las expectativas no quedaron huérfanas. Arturo Serra y José Carra derrocharon su intima conexión. La que trasmitieron sin fisuras o aspavientos, a través de esos instrumentos en apariencia contrapuestos, que se fusionaron en ritmo, melodía y armonía con una improvisación calculada y libre a la vez. Enorme complicidad con miradas o gestos que nos transportaron a un mundo sin fin como el del JAZZ.
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