Comentaba el jueves a unos amigos: mañana estaré por Sevilla, en el XIV Festival de Jazz de la Universidad de Sevilla. Espero buena música. Y continuaba: ¡ya veremos!
Y la verdad es que por Sevilla estuve, pero de música vengo algo contrariado. Un Kyle Eastwood en una onda no excesivamente jazzistica y un Steve Coleman “demasiado conceptual”, dejaron mis ansias de jazz algo huérfanas.
Eso sí, tuve tiempo para degustar una exposición fotográfica, de Cristina García Rodero, titulada “España oculta”. También, en la Fnac, una selección de las fotografías ganadoras y finalistas del Premio PhotoEspaña Ojo de Pez de Valores Humanos.
Un concierto de películas
Imagino que tener un apellido tan ilustre, con un pasado y presente tan importante en el cine y en la música, debe marcar de manera significativa. El futuro, hoy presente, de Kyle Eastwood estaba predestinado al jazz o al cine. Y por lo visto fue al jazz, sin olvidar la faceta cinematográfica.
Y digo esto porque lo vivido, y escuchado esta noche, ha sido un concierto de películas. Música concebida por y para el cine, ya que Eastwood es músico de jazz y compositor de bandas sonoras. Y lo que nos ha pretendido transmitir a lo largo de la hora y media de concierto ha sido música de películas, con determinadas armonías jazzisticas.
Con una formación en quinteto: contrabajo (bajo eléctrico), piano, batería, saxos y trompetas, nos cuenta su visión de este negocio: la música que interpreta esta pensada como acompañamiento de imágenes. A medio concierto interpretan un tema llamado Marrakech que es todo un ejercicio de cinematografía: desde las primeras notas del tema, y con los ojos cerrados, puedo imaginar un plano general y lejano de la ciudad, con un acercamiento progresivo, y muy lento, hacia los tejados de la ciudad. Después nos introducirá por sus calles y plazas, mostrándonos a sus habitantes. Todo ello con la habilidad y buen hacer de un constructor de música de cine.
Un buen momento del concierto son dos de los últimos temas interpretados: Andalucía (compuesto en estas fechas) y Café Calipso (donde se desborda el saxo tenor).
La película de Coleman
Steve Coleman es un tipo frío y cerebral. Su música, los aficionados lo sabemos, tiene mucho de investigación, estudio y permanente creatividad. Y cuando te enfrentas a su música, ya sabemos que estamos avisados.
Y, desgraciadamente, debo reconocer que lo que estuve mirando, escuchando y degustando, no me lleno de la forma que esperaba. Daba la impresión de que estaba por allí de paso, para cubrir el expediente y acabar cuanto antes. ¡Lastima no haber podido disfrutar de un “pedazo” de músico!
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