jueves, 21 de julio de 2011

En el Café Central: con el trío de Colina, Sambeat y Sanz

Visitar Madrid y no acudir al Café Central es un pequeño sortilegio. O grande, depende de quien toque ese día. Yo diría que, si los que tocan son el trío de Colina, Sambeat y Sanz, es un gran sortilegio.

Y como uno, a su edad, no está para pecar se encaminó a la Plaza del Ángel a disfrutar de tres pedazos de músicos: Javier Colina, Perico Sambeat y Albert Sanz.

Debo reconocer que tengo cierta predilección por estos músicos, especialmente por Perico Sambeat y Javier Colina. Pero cuidado, Albert Sanz es un pianista excelso, por el que voy alimentando una gran adicción.

Y bueno, lo escuchado esta noche ha sido de primera categoría. Es un trío que tiene un sonido muy particular y bien trabajado, y que desgranan un repertorio muy del agrado de la parroquia que les arropa.

Pues eso, que con conciertos como el escuchado anoche no tengo más remedio que seguir siendo un seguidor “ferviente” de estos músicos.

domingo, 17 de julio de 2011

Un paseo por Lisboa

Un paseo por Lisboa puede deparar muchas alegrías; pero también recuerdos de personas o lugares que difícilmente puedes olvidar y, sobre todo, que difícilmente podrás nuevamente encontrar.

Esta mañana, con una temperatura fresca para la época, caminaba por esta singular ciudad con la esperanza de capturar imágenes y recuerdos para mi existencia. Y a parte de capturarlos también venían a mi memoria lugares y personajes de otros gratificantes paseos.

Caminando por la hermosa Plaza de la Alegría uno se encuentra el solar de lo que un día fue un lugar dedicado al jazz; me refiero al Hot Club de Portugal. Un templo de la música donde he tenido la oportunidad de pasar momentos muy agradables en compañía de esa “extraña mujer” que es el jazz. Parado frente al triste solar, hoy un aparcamiento, vienen a mi memoria  dulces momentos de jazz y amigos. Un buen día, diría que un mal día, un maldito incendio se llevo por medio el edificio y con él, el añorado club de jazz. Al menos, en esa biblioteca de recuerdos que uno tiene en la cabeza, perdura la imagen y el sonido del club.

Me enfrento a continuación a las primeras cuestas del idílico Chiado. ¡Magnífico barrio! Un barrio con mil y una historias. Historias en las que, a veces por azar, uno se topa con personas como aquel extraño saxofonista que te regalaba su música pero  no su imagen. Yo lo seguía y él se escondía: me ofrecía su historia con su saxofón, pero no su magnífica imagen. ¡Lastima!.

Y sigo caminado, disfrutando con la gente, con los tranvías, con la luz que ilumina la ciudad. Y sigo recordando, llenando el baúl de los recuerdos. Y pensando en una nueva vuelta por Lisboa; por ejemplo, con ocasión del concierto del próximo cinco de agosto en la Fundación Calouste Gulbenkian: nada más y nada menos que Cecil Taylor.

lunes, 11 de julio de 2011

Esther y Jesús

Es evidente que ni la fotografía que aquí publico tiene la calidad de la realizada y publicada por Jesús Moreno (http://jesus-desdemicadiera.blogspot.com/2011/07/esther.html) ni este blog tiene la calidad del de Jesús. Pero bueno, esta entrada solo pretende un pequeño homenaje a esa “señora de la fotografía”, Esther Cidoncha. Una fotógrafa a la que sigo desde hace muchos años y que cada trabajo que publica despierta mi interés.

Por cierto, el músico que se aprecia detrás de Esther es Peter Brötzmann, y el lugar el Johnny.

A los dos, a Esther y a Jesús, enhorabuena por vuestras aportaciones a la cultura y al jazz.

domingo, 10 de julio de 2011

domingo, 3 de julio de 2011

¡Y seguimos en Cádiz!

Cuando decía que desde la torre de poniente se podía escuchar todo tipo de sonidos no era un recurso literario, era una realidad. Subido en la misma, mis oídos alcanzaban una melodía mil veces escuchada: “Autum Leaves”.  Allí, en una esquina de la Plaza de la Catedral, estaba sentado, junto a su guitarra, un músico que desgranaba mil y una melodías para disfrute de los viandantes (y mío).

Dejo una fotografía del músico, de nombre Pájaro.

sábado, 2 de julio de 2011

Cádiz

Súbanse a la torre de poniente de la catedral de Cádiz y podrán comprobar el porqué esta ciudad es distinta al resto de ciudades del sur de España. Ni mejor ni peor, sólo eso, distinta. Y es esa distinción la que la hace esplendida, magnífica y dueña de una singular presencia. Dice la canción que “La Habana es Cádiz con más negritos, Cádiz La Habana con más salero”.  Y es que Cádiz tiene algo especial; será posiblemente su vocación de isla.

Y Cádiz, como cualquier isla, se baña y sumerge en el mar. Y ese mar, de la mañana a la noche, le confiere una luz y un color especial. Luz y color que penetra en sus calles y plazas, barrios y playas o lugareños y visitantes.

De verdad, suban a la torre de poniente y dejen libertad a su vista y oído, y podrán comprobar lo que digo más arriba. Podrán comprobar la sinfonía de colores y sonidos que pueblan la ciudad. Es un espectáculo digno de admirar.

Desde allí observarán el bullicio de la ciudad, el ir y venir de sus lugareños y visitantes; la bahía (a la que cantó Chano Lobato), con su azul inmaculado y su vaporeto (al que cantó Chano Domínguez) surcando sus aguas; el mercado central con sus coloristas vendedores o las idílicas puestas de sol de la playa de la Caleta

En fin, suban a la torre de poniente de la Catedral de Cádiz; o mejor, vengan a Cádiz y luego suban a la torre de poniente.