Pues no, no me gustó el maestro Taylor. ¿Qué no sería mi mejor noche? Es también posible, y que ello influenciara en el desagrado de lo escuchado y vivido.
Y es verdad que debo de matizar una afirmación tan rotunda. Distinguiría en el concierto dos partes diferenciadas (¿bien diferenciadas?): la interpretación al piano y el vodevil.
Al piano, Cecil Taylor, es un fenómeno, un maestro. Lo que se proponga frente al instrumento, lo clava, lo engrandece. Pero bien es verdad que es posible que mis expectativas de la noche estuvieran muy altas y Taylor no llego a cubrirlas.
Lo del papelito y el recitado, ya me parece algo fuera de lugar. ¡Lo siento por los que disfrutaron, pero mi nivel intelectual no llego a tanto! Vestido de una especie de jugador de fútbol americano (y de blanco radiante), me noqueo con ese recitado ¿cómico?
Esta segunda, e infumable segunda parte, es la que pudo inclinar la balanza para afirmar “no me gustó el maestro Taylor”.
Por lo demás, el Jazz em Agosto y Lisboa, como siempre: lleno absoluto en el festival y una ciudad radiante y digna de peregrinar a ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario