Tarde muy calurosa la que estamos soportando aquí en la aldea del Rocío. Son horas de descanso y reflexión, donde uno no dispone de las comodidades y tecnología de su “amada vivienda”, pero que no debe impedir disfrutar de su “loca pasión”. ¡Internet, para qué te quiero!
Y en ello estamos, degustando a Fred Hersch o lo que se ponga a mano. Y hablando de manos, mirad la imagen que acompaña el comentario: son las de Hersch y las mías, ¡cosas de la tecnología!
Y sigue haciendo calor; y de las moscas, ni hablar. Son pesadísimas. Ya lo dijo el poeta Antonio Machado y lo cantó Serrat: Vosotras, las familiares, inevitables golosas, vosotras, moscas vulgares, me evocáis todas las cosas.......
Y aquí seguimos, apurando la tarde, refugiados del calor; esperando la noche y el frescor; y las delicias de la tierra (o del mar) para llevarse a la boca.
Y sigue Fred Hersch desgranado notas. Es un pianista magnífico, que apura la melodía con rigor y gran sentido del ritmo y la armonía. Es, la verdad, una gran compañía para esta tarde de septiembre en la aldea del Rocío.
El Rocío, ese lugar donde la gente pierde el sentido del ridículo y se pelea por acompañar a una pequeña imagen de la virgen. ¡Por supuesto que mis respetos para esto y para cualquier manifestación de devoción del ser humano! Otra cosa, es compartirlo.
Pero por aquí andamos, disfrutando de un lugar diseñado para el caballo y sus acompañantes devotos de la Virgen: calles de tierra y decenas de casas de hermandades de la Virgen.
Y Fred Hersch atacando Rhythm Spirit. Y yo, atacando la prosa. Espero que sea un ataque respetuoso; al menos eso intento.
¡Y las moscas castigándome! ¡Y Fred Hersch facilitándome la tarde!
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