Alberto Marina Castillo en el Diario de Sevilla y bajo el titulo “Queremos tanto a Nica” escribe:
¿Quién habría dicho que aquella mujer de tez pálida y mirada desafiante que iba del brazo de músicos negros y que la armaba cada noche en su pieza del Stanhope Hotel celebrando jam sessions hasta el amanecer, que la tal Nica a la que se referían como la Baronesa del Jazz, era exactamente eso: Baronesa de Koenigswarter, hija del banquero Charles Rothschild, amiga, protectora y mecenas de aquellos raros tipos llamados Bird, Monk, Dizzy, protagonistas de la más grande aventura musical del siglo XX? Hemos de remontarnos más atrás, hasta la Segunda Guerra Mundial, para saber de las proezas que jalonaron la vida de Kathleen Annie Pannonica Rothschild, más conocida sencillamente como Nica o Pannonica, nombre que comparte con una mariposa descrita por su padre, distinguido entomólogo. Escapó de Francia al comienzo de la contienda junto a su marido, Jules de Koenigswarter, y se enroló en las FFL (Fuerzas Francesas Libres). Desempeñó todo tipo de actividades como agente de la Resistencia en África, Italia y Francia. Su pasión por el jazz, favorecida por la colección de discos de su padre, se afianzaría sin duda a su paso por el continente africano y, sobre todo, gracias a la posición privilegiada de su hermano Victor, gran aficionado, como enlace de Churchill con Roosevelt, lo que les sirvió de puente hacia el país del jazz. Sería él quien le presentara al más distinguido de los pianistas de jazz, Teddy Wilson, quien a su vez le revelaría el universo singular de Thelonious Monk. Si un tópico como éste fuera aplicable a Pannonica, diríamos que aquello determinaría en adelante su vida. Sería más acertado constatar que cuando conoció la música de Monk, Nica decidió formar parte de aquello que nadie lograba definir satisfactoriamente y que algunos llamaban jazz.
Separada de Jules, se mudó definitivamente a Nueva York, donde muy pronto entablaría amistad con los genios que desfilaban por los clubes míticos: Village Vanguard, Five Spot, Birdland, Minton's Playhouse. Eran los años 50 y era Nueva York, de modo que en una sola noche, e incluso en una misma calle, había que elegir entre ver tocar a Coleman Hawkins, Duke Ellington, Bud Powell, Miles Davis... De todos ellos, amigos y confidentes de Pannonica, y por lo tanto de sí misma nos hablan el disco Nica: The Jazz Baroness, editado por Saga, y el libro Three Wishes: An Intimate Look at Jazz Greats (Abrams).
A Nica le dedicarían en vida más de una decena de composiciones. Nica: The Jazz Baroness es una exquisita muestra de dichos homenajes, entre cuyos autores se cuentan amigos como Sonny Rollins, Horace Silver, Thelonious Monk, Duke Jordan, Barry Harris, Kenny Dorham, Sonny Clark, Kenny Drew y un largo etcétera. Nada más morir Monk, Tommy Flanagan les rendiría a ambos su propio tributo, Thelonica, título en el que se cifra la profunda amistad que mantuvieron el genial pianista y la baronesa. Si Nica: The Jazz Baroness recoge un puñado significativo de aquellas composiciones, en Three Wishes: An Intimate Look at Jazz Greats Nica deja entrever la complicidad que propiciara tanto homenaje: en el libro, realizado en los años 60 e ilustrado con las instantáneas caseras que tomara con su polaroid en garitos o en el ámbito más confortable de su Cathouse (así llamada porque a los jazzmen se los conocía también como cats, y porque Nica alimentaba y daba cobijo entre sus muros a más de un centenar de gatitos callejeros), se recogen los tres deseos de 300 músicos de jazz por ella entrevistados. Ya las primeras páginas del libro nos seducen por su inmediatez y su punto de vista único: una veintena de retratos de Monk, su mejor amigo, muestran al pianista que baila en trance, que toca el piano, que apenas puede contener la risa mientras posa con un abrigo de pieles de Nica, que juega al pin-pong, que medita o duerme la siesta con una gatita siamesa en su regazo... Nadine de Koenigswarter, su nieta, ofrece en pocas pinceladas un retrato de la abuela y su propósito: "Se consagró a recoger los deseos de sus amigos ¿Pretendía acaso hacerlos realidad, servirse de sus respuestas para ayudarlos?". Nos hemos referido a sus proezas e imaginamos a la discreta Nica incómoda, con esa media sonrisa de quien sabe que si se entregó a aquellas causas fue apasionadamente, por el gozo de satisfacer una íntima convicción, por puro placer. Las cenizas de Pannonica, nacida en Londres en 1913, se las llevó el río Hudson en 1988.
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