viernes, 13 de diciembre de 2024
Ignasi Terraza y Antonio Serrano en Jazz en Montesinos
domingo, 1 de diciembre de 2024
Sobre la fotografía – Una jornada en Lisboa en cuatro actos y una despedida
Primer acto – De Badajoz a Lisboa
Badajoz ha comenzado a despertar, son las primeras horas de
un sábado y sus calles transmiten tranquilidad y sosiego. Algunos viandantes,
como el que esto narra, se dirigen a la puerta del MEIAC, el Museo Extremeño e
Iberoamericano de Arte Contemporáneo, con la idea de comenzar una sugerente
visita a la querida y maltratada Lisboa.
Nos espera una larga e intensa jornada que comenzará con un
viaje en autobús para un grupo de diecinueve personas que viajan ávidas de
fotografía.
Hace fresco y el sueño invita a parapetarse en la
somnolencia de los kilómetros que nos separan de Lisboa. El autobús se dirige a
su destino en un silencio que solo se alterará con una parada técnica para el
desayuno o con el avistamiento de un escenario brumoso de fondo, donde la
capital portuguesa nos espera con sus barrios de aires bohemios y sus rincones
detenidos en el tiempo.
Segundo acto – El taller de Luis Pavão
Nuestro protagonista, un hombre del Renacimiento llamado Luis Pavão, vive y trabaja muy cerca del hermoso Parque Campo Mártires da Patria, un lugar curioso por tener preciosos gallos en libertad paseando con las gallinas y su prole, junto a gansos, pavos o palomas por su cuidado jardín.
Unas pocas calles más abajo se encuentra el templo, el
taller, de Luis Pavão: nuestro primer objetivo de la jornada.
Pavão destila sensibilidad por arrobas, pero también
modestia, empatía con los que le visitamos; hay un auténtico entendimiento del
guion que debemos desarrollar sin grandes discursos, sin alharacas, sin
vanidad, ….
Nos enseña con mimo y fruición su mundo, su casa taller; y
lo hace utilizando todo eso que seguro ha experimentado para seguir explorando
el mundo de la fotografía, con la curiosidad de un niño de pocos años, el mundo
que le rodea.
Y en aquel santa sanctórum de la fotografía, Luis Pavão, nos
cuenta su modo de entender la fotografía, de cómo durante años con su cámara
se encargó de capturar la Lisboa “no oficial”, aquella que estaba fuera del
cuadro de las inauguraciones y de la idea de progreso vendida por el poder. A
modo de un “diario visual”, de un trabajo que poseía la espontaneidad de lo
íntimo, Pavão fue sacando instantáneas de aquella realidad que le salía al paso,
con una capacidad y talento especiales para encontrar en lo cotidiano aquello
que atravesaba el corazón del receptor al ver una imagen.
Y así, entre charlas y aparataje fotográfico, además de entre
libros y discos de jazz, con la presencia de su amable y deliciosa pareja que
nos ofrece pastéis de nata y un delicioso vino de Oporto, transcurre la
intensa mañana.
El taller de Luis Pavão es la prueba y el documento de un
intenso trabajo que deja constancia de todo aquello que está detrás de una obra
que legará nuestro protagonista: un mundo creativo en torno a su primera
pasión, la fotografía, un universo ecléctico en el que caben todas sus
vivencias, desde el relato de pobreza y frío de su Lisboa vivencial hasta su
pasión final por las fotografías intervenidas por su mano o la recuperación de viejas
técnicas de la fotografía; todo lo que ha poblado sus afectos, su vida más
íntima, su familia.
Tercer acto – Libros y más fotografías
Y, claro, los libros y más fotografías no podían faltar
después de aquel atracón visual en el templo de Luis Pavão.
Para ello nos dirigimos, en primer lugar, al Archivo
Municipal de Lisboa para sumergirnos en la 14ª edición de la Feria del Libro de
Fotografía de Lisboa, donde se presenta un mercado de foto libros, con la
presencia de editores y libreros que ponen a la venta tanto rarezas como las
últimas novedades editoriales en el campo de la fotografía, dando a conocer al
público su potencial, como futuros foto libros; un espacio para autores y
pequeñas editoriales, y presentaciones de proyectos fotográficos de autor.
Comida frugal y veloz……………………. ¡No olvidemos que venimos obsequiados
con natas y oporto!
Autobús y al MAAT, Museu de Arte, Arquitetura e Tecnologia,
a disfrutar de la exposición de William Klein titulada “O Mundo Inteiro é um
Palco”. La exposición es hermosa y
extensa, la retrospectiva más completa del célebre fotógrafo que he podido
conocer hasta la fecha.
Cuarto acto – De Lisboa a Badajoz
El regreso es muy distinto a la ida; el día ha sido largo y
bien aprovechado, pero la gente viene con ganas de hablar y trasladar a su
compañero de asiento lo bien que ha resultado la experiencia.
El autobús avanza entre decenas de vehículos que intentan
salir de una ciudad invadida de personas y coches; una ciudad hermosa que, con
esta intensidad de visitas, puede comenzar a perder parte de esa hermosura que
la han convertido en una de las capitales europeas más hermosas.
Despedida
Es de bien nacido ser agradecido; por ello, ahí van los
agradecimientos que son más que merecidos: a Catalina Pulido y Lucía Castillo por
la organización desde el MEIAC y a Laura Covarsí por ser nuestra conexión y
traductora del buen hacer y maestría de Luis Pavão. ¡Gracias a todas ellas!
viernes, 22 de noviembre de 2024
José Carra y Gal Maestro en "Jazz en Montesinos"
domingo, 10 de noviembre de 2024
XXXVII Festival Internacional de Jazz de Badajoz
6-11-2024 Shai
Maestro
Tiene cara de buena persona y de disfrutar de lo que hace;
en este caso de disfrutar de la música que interpreta. Música que deconstruye y
construye a su antojo, de una manera que solamente saben hacer los que tienen
el dominio pleno del instrumento.
Pianista joven, de treinta y siete años, dotado de una
técnica apabullante y desmedida que ha dejado al repleto auditorio con la mejor
de las sonrisas después del esplendido concierto que ha ofrecido como estreno
de la XXXVII edición del Festival de Jazz de Badajoz.
Shai Maestro, ese es su nombre, es un pianista que luce un
estilo elegante, bello y cargado de pura lirica.
El concierto, en la Sala Montesinos 22 de Fundación CB, lo
ha realizado a piano solo. Se bastaba el solo para dejar la mejor de las
impresiones, para manifestarnos que estamos ante uno de los pianistas más
talentosos de su generación.
Ha interpretado lo que le apetecía; manifestó que venía sin
plan preparado. ¡Bendito sea por ello!
Nos ha regalado temas tan míticos como Moon River, Round
Midnight o Lush Life; además de algunas composiciones de su disco “Human”.
Como anécdotas, para el recuerdo, diré que venía acompañado
por sus padres y que en pocas fechas, en este mismo lugar, ofrecerá un
concierto su hermana Gal Maestro acompañando al también pianista José Carra.
¡Excelente comienzo del Festival!
7-11-2024 Soul Chemistry feat. Erena Terakubo and Vincent
Herring
Con este concierto el Festival se marcha del Casco Antiguo
de Badajoz, en pleno corazón del mismo, para trasladarse al Teatro López de
Ayala; un lugar que rezuma historia del jazz.
El López, como se le conoce en Badajoz, es un teatro
emblemático que ha visto pasar por su escenario lo más granado del jazz mundial.
Kenny Burrell, Jimmy Cobb, Nat Adderley, Antonio Hart, Ron Carter, Roy Hargrove
o Paquito D'Rivera, por nombrar solo unos pocos ejemplos, son parte de esa nómina
de grandes del jazz de los que han disfrutado los aficionados locales.
Los que esta noche nos ha visitado, Soul Chemistry feat.
Erena Terakubo and Vincent Herring, es una banda liderada por dos saxofonistas
(la experiencia junto a un nuevo valor) que proponen un jazz impregnado de
energía y espiritualidad.
Soul Chemestry es uno más de los diferentes proyectos fruto
de la larga colaboración musical entre el saxofonista Vincent Herring y el
baterista Joris Dudli; en esta ocasión, con la incorporación de un valor
emergente, Erena Terakubo, y de músicos europeos de primer nivel, Urs
Hager o Ignasi González, nos invitaron a escuchar jazz actual que no
olvida el swing.
La banda estuvo formada por:
¡Continuamos a buen nivel!
8-11-2024 Dave Douglas Quartet
El nivel de este Festival continúa en ascenso.
¡Felicitaciones a los organizadores!
Dave Douglas es, además de un maravilloso trompetista, una
persona metódica y perfeccionista. Verlo en la prueba de sonido interactuar con
músicos y técnicos de sonido y luces es todo un espectáculo y una experiencia
sin igual. Nada escapa a su control. De ese control viene un resultado
espectacular del concierto.
El cuarteto está compuesto por Dave Douglas (trompeta), Joey
Baron (batería), Marta Warelis (piano) y Nick Dunston (contrabajo).
Dicho lo cual afirmo que, después del concierto (¡también
antes!), la presencia de Douglas y Baron era garantía de calidad y nivel
musical.
Dave Douglas es un prolífico trompetista, compositor,
educador y empresario de la ciudad de Nueva York conocido por la amplitud
estilística de su trabajo y por mantener activos diversos proyectos musicales.
Joey Baron es un viejo conocedor de la más amplia paleta de los
matices del ritmo y la percusión orientada a la melodía; algo que, en su más de
su medio siglo en las trincheras, le ha permitido cubrir un amplio espectro de
estilos.
Estos dos monstruos de la música, sin desdeñar a los sólidos
Marta Warelis y Nick Dunston, nos han ofrecido un concierto superlativo, que
sigue engrandeciendo la edición de este año, presentándonos una fusión entre la
innovación y la tradición, situación que crea un espacio único en el mundo del
jazz. Su música, que navega entre la composición meticulosa y la improvisación
espontánea, refleja una profunda comprensión del legado del jazz y una visión
de futuro que maravilla a aquellos espectadores que los escuchan.
¡Una velada de jazz inolvidable, con un cierre portentoso a
cargo de una composición del eterno Billy Strayhorn!
9-11-2024 Bill Evans & The Vansband Allstars
Un titular de la prensa local rezaba así: “Después de 12
años, este sábado por la noche, regresa a Badajoz para demostrar por qué es una
estrella del jazz”.
Y efectivamente Bill Evans regresaba a Badajoz después de
doce años. De aquel concierto tengo recogido en mis notas:
“La segunda jornada del Festival corrió a cargo de Bill
Evans, el saxofonista. Es una broma, qué más quisiéramos los aficionados haber
tenido la oportunidad de escuchar al mítico Evans pianista, aquel músico que
tiene un sitio reservado entre los grandes del jazz y la música.
Del concierto y del líder poco puedo destacar o escribir.
Quizás escribir sí, pero pocas ganas me quedan después de lo visto y escuchado.
¡Lástima que un gran saxofonista se dedique a propuestas como la que tuvimos
ocasión de escuchar! Y cuidado, que debo ser de los pocos desengañados del
concierto, pues el público (una sala repleta) se lo pasó de maravilla. ¡Cosas
de la edad y el oído!, mi edad y oídos”.
Pue eso, que nada más que añadir. La historia se repite.
Para esas notas, la de esta ocasión, reseñar la formación
que aportaba en este concierto: Bill Evans (saxos soprano y tenor), Gary
Husband (teclados), Felix Pastorius (bajo eléctrico) y Keith Carlock (batería).
A pesar de todo ello: ¡Qué viva el Jazz!
viernes, 18 de octubre de 2024
Carlos Ayuso en "Jazz en Montesinos"
domingo, 28 de julio de 2024
¡La música lo cura todo!
sábado, 20 de julio de 2024
CBF Trío - Jazz en Montesinos
sábado, 25 de mayo de 2024
Pere Pons y Horacio Fumero, pareja singular
sábado, 27 de abril de 2024
Bobby Martínez en Jazz en Montesinos
domingo, 17 de marzo de 2024
Giovanni Guidi en Badajoz
Que la música no entiende de fronteras es una evidencia. Y
que son los músicos los que materializan esa conducta, es también evidente.
Viene esto a cuento tras haber compartido concierto, además
de mesa y mantel, con Giovanni Guidi, un pianista nacido en 1985 en Foligno (en
la Umbría italiana).
Guidi es hombre de poliédrica personalidad, íntimo y
reservado, lírico y disonante, además de sensual e irónico. Conocido por su
técnica en el piano y por su capacidad de improvisar con gran fluidez y
creatividad, es una de las figuras más interesantes que existen en la
actualidad en la escena jazzísticas italiana desde que fue presentado por el
maestro Enrico Rava. Ha grabado para CAM Jazz, Venus o ECM y presentado su
música en festivales de New York, Chicago, San Francisco, Buenos Aires,
Santiago de Chile, Rio De Janeiro, Salvador de Bahía, Toronto, Montreal, Hong
Kong, Jakarta, Tokyo, Seul, Mumbai, New Delhi, Estambul, Berlín, Londres,
Atenas y Bucarest; es decir, por medio planeta.
El concierto fue brillante, con un Giovanni Guidi desaforado
inundando la sala con un pianismo que bebe de Keith Jarrett o Sonny Clark, con
temas que enlazaba uno tras otro sin dejar respirar a un auditorio repleto y
fascinado con su puesta en escena.
Hasta el momento, “Jazz en Montesinos”, la marca que pone
nombre al ciclo jazzístico de Fundación CB, nos está ofreciendo distintas
formas de entender e interpretar jazz al piano: Emilio Solla, Chano Domínguez,
Ignasi Terraza, José Carra y, ahora, Giovanni Guidi.
Y si Giovanni Guidi no entiende las fronteras en la música,
menos las entiende en su forma de ver el mundo que nos rodea; es crítico, muy
crítico, con todo lo que está ocurriendo a nuestro alrededor con las políticas
que impiden que la gente se mueva libremente por el mundo en busca de una mejor
situación social, económica o política. Bebe de ese axioma que enuncia que “las
fronteras, las banderas y las religiones solo sirven o han servido para que
muera la gente”.
Después del concierto, en la etapa de la mesa y mantel en la
Bodega San José, además de las reflexiones sobre la situación política que
vivimos, pudimos compartir opiniones en torno a nuestro amor compartido por el
jazz y la música; siempre acompañados por Massimo Di Stefano, su manager y un
excelente conversador.
Perigeo, Franco D'Andrea, Danilo Rea, Enrico Rava, Massimo
Faraò, Gino Paoli o el Flamenco, hicieron de la velada un auténtico placer.
Hablamos también de una supuesta presencia en el próximo festival de jazz de
Badajoz.
¡A repetir!
lunes, 12 de febrero de 2024
Arturo Serra y José Carra: un dúo conectado
Se trata del cuarto concierto del
ciclo organizado en Badajoz por Fundación CB bajo el titulo “Jazz en Montesinos”.
Un concierto que tiene como novedad la formación presentada: un dúo de vibráfono
y piano. Los tres anteriores (Emilio Solla, Chano Domínguez e Ignasi Terraza)
habían sido a piano solo.
Arturo Serra y José Carra son los
protagonistas de este sábado incrustado en el Carnaval de la ciudad que,
posiblemente, ha restado algo de público al concierto; poco más de medio
centenar de personas han sido los afortunados de disfrutar de una elegante y rodada
formación.
El vibrafonista Arturo Serra está
considerado como uno de los mejores vibrafonistas del país, con un instrumento poco
utilizado por su dificultad técnica. Por su parte, el pianista José Carra es
uno de los jóvenes y brillantes pianistas que pueblan el panorama jazzístico español.
Ambos músicos están en los últimos tiempos mostrando su trabajo en numerosos
conciertos por toda la geografía española.
Serra, a lo largo del concierto,
comentó en varias ocasiones la permanente conexión que, por wasap, tiene con
Carra y que le permite preparar nuevos temas a interpretar en sus conciertos. Añado
a su comentario, que la conexión de estos dos músicos va más allá del wasap. Y
lo digo porque hablo de una conexión que se remonta al origen de sus propias
carreras musicales.
Es muy probable, diría que seguro,
que este concierto no se hubiera celebrado caso de no existir esa conexión a la
que aludo. Arturo Serra, valenciano residente en Málaga, es un músico que llegó
a esta ciudad en busca de un futuro en el campo de la música; en esa ciudad pudo
establecerse, crecer musicalmente y ser, entre otros logros, profesor de
múltiples alumnos, entre los que se encontró a José Carra.
Es evidente que esa conexión,
alumno profesor, será la génesis de una reunión musical que después de infinitos
conciertos sigue maravillando e iluminando el mundo del jazz.
En el concierto aludido, las expectativas no quedaron huérfanas. Arturo Serra y José Carra derrocharon su intima conexión. La que trasmitieron sin fisuras o aspavientos, a través de esos instrumentos en apariencia contrapuestos, que se fusionaron en ritmo, melodía y armonía con una improvisación calculada y libre a la vez. Enorme complicidad con miradas o gestos que nos transportaron a un mundo sin fin como el del JAZZ.
domingo, 28 de enero de 2024
Fernando Navarro, una lección de vida
Ayer tuve la oportunidad (la suerte o el placer) de estar en
la presentación del libro “todo lo que importa sucede en las canciones” del célebre
crítico musical Fernando Navarro; una presentación sobre la que debo manifestar
mi grata experiencia al poder ser testigo de cómo se aborda el tema musical en
relación con la existencia del ser humano.
Un párrafo el anterior que podría parecer grandilocuente o
excesivo, pero que analizando con detenimiento lo que Fernando Navarro aborda
en el citado libro o en la referida presentación podría quedarse corto.
Por otra parte, no es de extrañar, que con el currículo en
medios de comunicación que presenta el protagonista (El País, El País Semanal, Cadena
Ser, Ruta 66, Efe Eme o Rolling Stone) tenga el bagaje o experiencia del que hace
gala.
Solamente, para tratar de explicar lo anterior, voy a
detenerme en cuatro conceptos que me llamaron poderosamente la atención: la ausencia,
la maternidad, la libertad o el disco. Son cuatro
conceptos que, para mí, tienen una ligazón esencial en toda esta historia. Podría,
seguro, abordar otros conceptos que me llamaron la atención, pero entiendo que
los elegidos son más que suficientes para comprobar que no estamos hablando únicamente
de un escritor que hace critica musical y si de un ser humano que hace
filosofía a través de la crítica musical.
El que el libro se titule “todo lo que importa sucede en las
canciones”, nos da una pista de cómo el autor quiere enfrentarse a la historia:
la música, a través del disco, le ha permitido alcanzar la libertad absoluta
que le inculcó su madre ante la ausencia de un padre desconocido.
Lección de vida, llamaría yo a lo anterior. Una lección
aprendida e inculcada por una madre que no solo le dio la vida, sino que también
le ayudó y enseñó a utilizarla.
Cómo explicar la ausencia de un padre con algo tan
descarnado como “Después de meses, más bien años, he comprendido que he llegado
hasta aquí con la única esperanza de tener suficientes pares de botas, aunque
mi única revolución simplemente sea intentar ser un buen padre para Alejandro”.
La ausencia, en este caso la del padre, como acción y efecto
de ausentarse o de estar ausente. Algo que le pasó a nuestro protagonista: su
padre se ausentó y provocó un vacío, en principio, insustituible o irremplazable.
Al menos en tres ocasiones, nuestro protagonista, manifestó que quizás,
solamente quizás, su padre podía estar trabajando en el hospital de nuestra
ciudad, Badajoz.
Y esa ausencia nos introduce de lleno en la maternidad.
Escribía un poco más arriba que la ausencia del padre era, en principio, insustituible
o irremplazable; pero debo de manifestar, así lo confiesa Fernando Navarro, que
su madre le ayudó a enfrentase a la misma de la forma que solamente una madre
es capaz de realizarlo a través del vínculo que se crea desde el momento de la
gestación y que se va acrecentando durante el momento del nacimiento, la
lactancia y posteriormente con el cuidado en los primeros años de vida del hijo:
vivencias y relaciones que serán elementales para el desarrollo de su
personalidad.
Hablaba Fernando Navarro de que la enfermedad y la muerte de
su madre eran la clave o génesis de lo escrito en su libro, un libro que relata
una crisis personal que lleva al protagonista a la madurez, donde asume el
fracaso, a través de la libertad que le facilita la música.
La libertad, obsesión de una madre para su hijo. “Mi
madre me enseño a creer en las personas, no en las banderas o en las fronteras;
me enseño e inculcó, con su dejarme aprender en libertad, que el ser humano se
construye cayéndose y levantándose”. La experiencia nos demuestra que cuando
asentamos el cuidado de nuestros hijos en el cariño, la compresión y la
aceptación les ayudamos a crecer en un ambiente de confianza, desde donde se
puede explorar con total libertad y seguridad todas sus emociones y
potencialidades para desarrollar una etapa adulta plena y feliz.
Y nos faltaba el cuarto elemento catalizador de esta lección
de vida, de esta lección de filosofía que nos imparte Fernando Navarro: el disco;
que bien podríamos haber sustituido por la música, pero que nuestro caso, el
disco, es la materialización de la misma y una forma de contarnos la evolución inadecuada
de una sociedad que vive sin freno.
“Es curioso que cada ciudad que visito esta huérfana de
tiendas de discos”. Alguien del publico le recuerda que en Valladolid si
existen; pero aquí, en Badajoz, es cierto que desaparecieron hace muchos años.
Aquellas maravillosas “Ítaca Discos” o “Ciclos”, en Badajoz, donde, a través de
la maestría de sus gestores y propietarios -Antonio o Carlos-, se nos permitía
tener un lugar donde peregrinar a buscar y escuchar nuestros discos de aquellos
músicos que colmaban nuestro ansía de libertad: John Coltrane, Miles Davis, Return
to Forever, Mahavishnu Orchestra, Frank Zappa o Tete Montoliu.
Llegabas desbocado, nervioso por los cuatro costados, entrabas
en aquellos templos, reducidos en espacio y amplios en material discográfico, y
comenzaba aquella maravillosa y ya imposible historia de buscar entre los cajones
de los discos a la búsqueda de aquel deseado LP que posteriormente desgastarías,
por la cara a y la b, para después embolsar cual inalcanzable tesoro que pasaría
a formar parte de la isla perdida de tu habitación familiar.
¡Gracias, Fernando, por esta lección de vida!
domingo, 21 de enero de 2024
La sonrisa de Ignasi
Detrás de esa gloriosa sonrisa
que exhibe sin ambages Ignasi Terraza se esconde una historia trágica pero
también, a la vez, una apasionante aventura de superación interpretada por un
chaval de poco más de nueve años.
En aquella España de los sesenta
del siglo veinte, además del aderezo político de un régimen en decadencia, se utilizaban
algunas arriesgadas prácticas médicas que fueron la causa de que nuestro
protagonista perdiera la visión.
Es probablemente muy arriesgado
asegurar que esa tragedia familiar fuera la causa para que Ignasi Terraza
optará por acercarse a la música, para iniciar una aventura que le llevaría con
el paso de los años a convertirse en un pianista con gran proyección
internacional.
Nunca lo sabremos, pero la realidad
es que aquella tierra bañada por el Mediterráneo y preñada de grandes músicos alumbraría
con los años a otro grande del piano; en este caso, como Tete Montoliu, ciego.
Cuenta Ignasi Terraza que “al
cabo de dos años de perder la vista comencé a tocar el piano. Cuando empecé a
acercarme al piano estaba totalmente ciego. A mí me gustaba más dibujar y
pintar, no le dedicaba especial tiempo a la música, pero un poco como un juego,
un amigo me enseñó una canción en un teclado de juguete. Intenté luego
reproducirla en el piano de casa de mi abuela y a partir de ahí empecé a
engancharme al instrumento en una historia de amor que llega hasta hoy”. Esa
canción era el ’Happy Birthday’.
Comenzó sus estudios de piano
clásico en el Conservatorio de Barcelona al mismo tiempo que se inició de forma
autodidacta en el jazz, algo que en aquella Barcelona mosaico de distintas culturas
le llevo a disfrutar de la dulzura de vivir junto a esa potente herramienta que
es el jazz.
Seguro que la importancia de la
música (Zeleste, Sisa, Pau Riba, Jimi Hendrix, Genesis o Yes) le harían
expresar en más de una ocasión que “no escuchábamos música, vivíamos en la
música”. Además, perteneciendo a esa generación en la que confluyeron la alta
cultura y la popular, eran capaces de escuchar a Bach y a los Rolling.
Posteriormente, con la llegada de
la década de los ochenta, todo dio un giro copernicano y donde antes había una
búsqueda de la verdad se impuso el imperio de lo falso, donde había un
pensamiento denso se impuso el débil y donde había una felicidad del cuerpo se
impuso el gimnasio.
Para ese momento, Ignasi Terraza
está sobradamente formado en la disciplina del piano clásico y rezuma jazz por
los cuatro costados. Aquella casete que le grabó el afinador del piano familiar,
Oscar Peterson y Ahmad Jamal en cada una de sus caras, le ayudarían a buscar un
referente sobre el que crecer.
Combina el tiempo entre la informática
(se licencia en Informática, siendo la primera persona ciega en España en
obtener esta titulación) y el jazz hasta que, en el comienzo de la década de
los noventa, decide dedicarse plenamente a la música.
Y aquella sonrisa de Ignasi
seguía creciendo e iluminando a todos aquellos que se cruzaban en su camino.
Y fue aquel afinador que le
introdujo en Peterson o Jamal, el mismo que le habló de la figura de Tete
Montoliú, de aquel pianista ciego que era un enorme músico que tocaba jazz. Y fue
“a partir de entonces como empecé a preguntar, a buscar, a interesarme y a
escuchar más esta música. Ese punto de libertad y de improvisación me sedujo
desde el principio y con el tiempo ha hecho que haya hecho de esta música mi
lenguaje”.
Un Ignasi Terraza maduro es el
que volvía por tercera vez a Badajoz (él me insiste que es por cuarta; así será,
le digo). Lo hacía para ofrecer un nuevo concierto en el ciclo de jazz que
Fundación CB organiza bajo el título “Jazz en Montesinos”.
Y créanme, se lo aseguro, que el
concierto fue digno de enmarcar. A piano solo, con esa forma única de
improvisar que tienen y desarrollan los grandes músicos, nos construyó una
autentica obra maestra a base de temas de Louis Armstrong, Fats Waller, Thelonious
Monk, George Gershwin, Juan Tizol o de su propia composición.
Escucharlo y verlo tocar ese repertorio
propio y ajeno de composiciones que forjaron su particular huella musical es
toda una experiencia, sobre todo, en una noche repleta de nostalgia en la que tuvimos
la oportunidad de sumergirnos en la magia del jazz y honrar a uno de los grandes
músicos que este país ha dado al mundo.
Sin olvidar, es preciso no
olvidarlo tampoco, que sentarse junto a él y conversar sobre lo que la sociedad
en general ha cambiado respecto a cómo se ve a la persona ciega y cómo esto se
refleja en la música y en el arte en general. Sobre ello asegura que “queremos
que se nos escuche y juzgue como músicos y que la gente venga y se olvide si
esa persona es ciega o no, que escuche música y músicos tocando y disfrutando”.
Y así, conversando o escuchándolo
al piano, uno observa y se convence que esa sonrisa que Ignasi Terraza luce sin
ambages es realmente sincera y digna de lucir y difundir a los cuatro vientos.
¡Gracias Ignasi!