domingo, 10 de noviembre de 2024

XXXVII Festival Internacional de Jazz de Badajoz

6-11-2024 Shai Maestro

Tiene cara de buena persona y de disfrutar de lo que hace; en este caso de disfrutar de la música que interpreta. Música que deconstruye y construye a su antojo, de una manera que solamente saben hacer los que tienen el dominio pleno del instrumento.

Pianista joven, de treinta y siete años, dotado de una técnica apabullante y desmedida que ha dejado al repleto auditorio con la mejor de las sonrisas después del esplendido concierto que ha ofrecido como estreno de la XXXVII edición del Festival de Jazz de Badajoz.

Shai Maestro, ese es su nombre, es un pianista que luce un estilo elegante, bello y cargado de pura lirica.

El concierto, en la Sala Montesinos 22 de Fundación CB, lo ha realizado a piano solo. Se bastaba el solo para dejar la mejor de las impresiones, para manifestarnos que estamos ante uno de los pianistas más talentosos de su generación.

Ha interpretado lo que le apetecía; manifestó que venía sin plan preparado. ¡Bendito sea por ello!

Nos ha regalado temas tan míticos como Moon River, Round Midnight o Lush Life; además de algunas composiciones de su disco “Human”.

Como anécdotas, para el recuerdo, diré que venía acompañado por sus padres y que en pocas fechas, en este mismo lugar, ofrecerá un concierto su hermana Gal Maestro acompañando al también pianista José Carra.

¡Excelente comienzo del Festival!

 

7-11-2024 Soul Chemistry feat. Erena Terakubo and Vincent Herring

Con este concierto el Festival se marcha del Casco Antiguo de Badajoz, en pleno corazón del mismo, para trasladarse al Teatro López de Ayala; un lugar que rezuma historia del jazz.

El López, como se le conoce en Badajoz, es un teatro emblemático que ha visto pasar por su escenario lo más granado del jazz mundial. Kenny Burrell, Jimmy Cobb, Nat Adderley, Antonio Hart, Ron Carter, Roy Hargrove o Paquito D'Rivera, por nombrar solo unos pocos ejemplos, son parte de esa nómina de grandes del jazz de los que han disfrutado los aficionados locales.

Los que esta noche nos ha visitado, Soul Chemistry feat. Erena Terakubo and Vincent Herring, es una banda liderada por dos saxofonistas (la experiencia junto a un nuevo valor) que proponen un jazz impregnado de energía y espiritualidad.

Soul Chemestry es uno más de los diferentes proyectos fruto de la larga colaboración musical entre el saxofonista Vincent Herring y el baterista Joris Dudli; en esta ocasión, con la incorporación de un valor emergente, Erena Terakubo, y de músicos europeos de primer nivel, Urs Hager o Ignasi González, nos invitaron a escuchar jazz actual que no olvida el swing.

La banda estuvo formada por:

Vincent Herring – saxo alto
Erena Terakubo – saxos alto y flauta
Urs Hager – piano
Ignasi González – contrabajo
Joris Dudli – batería

¡Continuamos a buen nivel!

 

8-11-2024 Dave Douglas Quartet

El nivel de este Festival continúa en ascenso. ¡Felicitaciones a los organizadores!

Dave Douglas es, además de un maravilloso trompetista, una persona metódica y perfeccionista. Verlo en la prueba de sonido interactuar con músicos y técnicos de sonido y luces es todo un espectáculo y una experiencia sin igual. Nada escapa a su control. De ese control viene un resultado espectacular del concierto.

El cuarteto está compuesto por Dave Douglas (trompeta), Joey Baron (batería), Marta Warelis (piano) y Nick Dunston (contrabajo).

Dicho lo cual afirmo que, después del concierto (¡también antes!), la presencia de Douglas y Baron era garantía de calidad y nivel musical.

Dave Douglas es un prolífico trompetista, compositor, educador y empresario de la ciudad de Nueva York conocido por la amplitud estilística de su trabajo y por mantener activos diversos proyectos musicales.

Joey Baron es un viejo conocedor de la más amplia paleta de los matices del ritmo y la percusión orientada a la melodía; algo que, en su más de su medio siglo en las trincheras, le ha permitido cubrir un amplio espectro de estilos.

Estos dos monstruos de la música, sin desdeñar a los sólidos Marta Warelis y Nick Dunston, nos han ofrecido un concierto superlativo, que sigue engrandeciendo la edición de este año, presentándonos una fusión entre la innovación y la tradición, situación que crea un espacio único en el mundo del jazz. Su música, que navega entre la composición meticulosa y la improvisación espontánea, refleja una profunda comprensión del legado del jazz y una visión de futuro que maravilla a aquellos espectadores que los escuchan.

¡Una velada de jazz inolvidable, con un cierre portentoso a cargo de una composición del eterno Billy Strayhorn!

 

9-11-2024 Bill Evans & The Vansband Allstars

Un titular de la prensa local rezaba así: “Después de 12 años, este sábado por la noche, regresa a Badajoz para demostrar por qué es una estrella del jazz”.

Y efectivamente Bill Evans regresaba a Badajoz después de doce años. De aquel concierto tengo recogido en mis notas:

“La segunda jornada del Festival corrió a cargo de Bill Evans, el saxofonista. Es una broma, qué más quisiéramos los aficionados haber tenido la oportunidad de escuchar al mítico Evans pianista, aquel músico que tiene un sitio reservado entre los grandes del jazz y la música.

Del concierto y del líder poco puedo destacar o escribir. Quizás escribir sí, pero pocas ganas me quedan después de lo visto y escuchado. ¡Lástima que un gran saxofonista se dedique a propuestas como la que tuvimos ocasión de escuchar! Y cuidado, que debo ser de los pocos desengañados del concierto, pues el público (una sala repleta) se lo pasó de maravilla. ¡Cosas de la edad y el oído!, mi edad y oídos”.

Pue eso, que nada más que añadir. La historia se repite.

Para esas notas, la de esta ocasión, reseñar la formación que aportaba en este concierto: Bill Evans (saxos soprano y tenor), Gary Husband (teclados), Felix Pastorius (bajo eléctrico) y Keith Carlock (batería).

A pesar de todo ello: ¡Qué viva el Jazz!

viernes, 18 de octubre de 2024

Carlos Ayuso en "Jazz en Montesinos"


Carlos Ayuso, extremeño afincado en los Países Bajos, ha vuelto por su ciudad, Badajoz, para presentar su primera aventura como líder y compositor. Un proyecto que según el mismo manifiesta “atrapa al público con su energía contagiosa traspasando los límites del jazz sin dejar de ser fiel a sus raíces”.

Es, probablemente, una buena definición de lo que hoy nos han ofrecido sobre el escenario que Fundación CB reserva para su ciclo “Jazz en Montesinos”. Es evidente que nuestro protagonista conoce mejor que nadie lo que hace y ofrece. Pero, humildemente, me gustaría definir el concierto como un crisol musical, aquel que a través de un recipiente hecho de material refractario (la formación), funde alguna materia (la música) a temperatura muy elevada.

La formación, en cuarteto, que nos presentan es: Carlos Ayuso (batería y líder), Björk Semey (contrabajo), Marios Charalampous (saxo tenor) y Javier Alcántara (guitarra eléctrica); una formación que, procedente de Países Bajos, incorpora al pacense Javier Alcántara.

Y lo han hecho bien; diría que muy bien. Han entretenido y entusiasmado a un repleto auditorio que percibía como Carlos Ayuso trataba, con sus composiciones y liderazgo, contarnos que su curiosidad y voluntad le han permitido ir creciendo como músico, además de ser un baterista que busca cánones rítmicos del bebop que saben ir más allá de este lenguaje que causó furor a mediados del siglo XX.

En ese crecimiento musical que nuestro líder y protagonista ha realizado, se ha topado con un enérgico saxofonista (Marios Charalampous, Chipre), una multicultural bajista con amplias y variadas raíces musicales (Björk Semey, Suecia) y un experimentado y virtuoso guitarrista (Javier Alcántara, España), que le hacen crecer y orientar todo ese furor compositivo que demuestra hacía un universo musical en el que se encuentran a gusto ofreciendo momentos de gran calidez y otros de pura pasión y catarsis.

¡Larga vida al jazz!

domingo, 28 de julio de 2024

¡La música lo cura todo!


Para narrar la historia de este concierto, también la intrahistoria, conviene comenzar por el final; un final apoteósico con un cuarteto en forma y entregado a un público ávido de música.

Hablamos del cuarteto formado por Emilio Solla (piano), Antonio Lizana (saxo alto y voz), José López (contrabajo) y David León (batería); un cuarteto reunido para la ocasión que, por la profesionalidad de sus integrantes, rayaron a un gran nivel en una nueva sesión de “Jazz en Montesinos”.

La noche había terminado en lo atmosférico con una temperatura muy agradable (estamos hablando prácticamente de la medianoche) y con una sensación del trabajo bien hecho, lo que nos invitaba a sentarnos al fresco de una terraza para picar y hablar largo y tendido de anécdotas vividas junto a la música.

Y así, ¡de fácil!, fue el resultado final. Pero a aquel final no había resultado tan fácil llegar, ya que una serie de inconvenientes que fueron surgiendo a lo largo de la tarde noche pudieron haber terminado con esta bella aventura junto a la música de jazz.

La prueba de sonido estaba prevista para las siete y media de la tarde, una “hora muy apropiada” para un día que como es habitual en la ciudad nos despacharíamos con temperaturas que sobrepasarían los cuarenta grados. Y aquí tuvimos la primera prueba de supervivencia de músicos y técnicos, ya que, bajo un intenso y abrasador sol, debían solventar los típicos enredos de las pruebas de sonido que son el punto en el que las cosas pueden comenzar a torcerse para que el posterior concierto no camine según lo previsto. Y aquella prueba, nunca mejor denominación, pudo superarse muy a pesar del calor, el viento y otros inconvenientes que quedan en el terreno de la intrahistoria.

Pero me olvidaba contar que, antes de la prueba de sonido, el bueno de Emilio Solla, en su lucha con las tecnologías, nos había asustado con el siguiente mensaje por wasap: “Necesito que me salves, ya que cometí un error infantil porque como ustedes no son un teatro ni nada y no pedí músicos y no sé si tenéis si me lo puedes gestionar estamos en camino. Gracias y disculpas”.

Pues eso, imaginen la cara de incredulidad del receptor del mensaje con la duda planteada a eso de las siete de la tarde. Afortunadamente el sentido común nos llevó a aclarar que lo que no tenia disponible el maestro Emilio Solla para el concierto eran atriles y no músicos.

El lugar donde el concierto se celebró es una coqueta y amplia terraza situada en el corazón del casco antiguo de la ciudad de Badajoz; una autentica atalaya que hace las delicias de músicos y publico asistentes, pero que también sufre las inclemencias atmosféricas; inclemencias entre los que encontraríamos esa tarde noche, amén del referido y sofocante sol, el fuerte viento. Un viento que, con este calor, se agradece como leve brisa pero no con rachas algo huracanadas. Pero bueno, también con buena voluntad, pudimos solventar el problema de la prueba de sonido y del concierto. Recuerdo como Emilio Solla, en unos de los primeros temas comenzado el concierto, con las partituras volando a su alrededor y con un José León al que se le había venido encima su atril manifestaba: “Esto así es imposible”.

Y no fue así; muy al contrario: aquello fue posible y muy bello.

La formación de Emilio Solla y Antonio Lizana habían venido a Badajoz a presentar la música que contiene su disco “El siempre mar”, un álbum en el que versionan clásicos argentinos en el que flamenco y jazz van de la mano y al que se suman algunos temas originales del propio Solla.

España y Argentina unidas en torno a la música; un arte que no entiende de fronteras ni de banderas, un arte donde el músico disfruta de lo que hace sin encontrar ningún tipo de limitación o censura.

Emilio Solla es un pianista y compositor argentino que, afincado en Nueva York, dedica su tiempo a la formación y a impartir su maestría allá donde la solicitan.

Antonio Lizana es uno de los representantes más célebres del nuevo flamenco-jazz procedente del sur de España. Saxofonista de jazz, cantante de flamenco y compositor de una hermosa música.

José López, un robusto contrabajista gaditano residente en Barcelona, ha dedicado su vida a ir absorbiendo a lo largo de su amplia experiencia vital todo tipo de músicas siempre desde la perspectiva del jazz.

David León, percusionista ceutí, ha desarrollado su carrera musical en Cádiz junto a ritmos como el rock, el flamenco y, principalmente, el jazz.

Y estos cuatro señores (músicos con mayúsculas) nos ofrecieron un concierto soberbio, con un magnifico sonido y repertorio, en un lugar privilegiado donde nos recordaron que la música cura, sana e inyecta alegría en el cuerpo, siendo el mejor antídoto para todo porque es la mejor forma de conocer, escuchar y respetar otras culturas.

sábado, 20 de julio de 2024

CBF Trío - Jazz en Montesinos


El intenso calor de la jornada ha convertido la ciudad en un pequeño infierno; algo habitual, por cierto, en Badajoz. ¡Nada nuevo bajo el sol!

Hoy toca jazz en “Jazz en Montesinos”, ese espacio que poco a poco se va convirtiendo en un lugar de referencia para esa música compleja en su definición y nada fácil de delimitar, pero siempre amable con el aficionado; su coqueto auditorio o su vistosa terraza son lugares en los que apetece escuchar jazz.

Y hoy el protagonismo lo adquiere al CBF Trío, un nombre que identifica a tres pedazos de músicos; a saber: Pedro Calero (órgano hammond), Paulo Bandeira (batería) y André Fernandes (guitarra eléctrica); un trío que utiliza la improvisación como pilar fundamental de su música.

Son varios los años que llevan tocando juntos, prácticamente una década. Se dice pronto, pero es indudable que ello se aprecia sobradamente en la sincronización del trío.

La música que presentan son composiciones de Pedro Calero, André Fernandes o Pink Floyd. Su música resulta furiosa, impresionante y fundamental, con un sonido explosivo que toma elementos tanto del jazz como del rock o el blues, pero que es una declaración musical tan audaz e irreverente que, en su momento, fue tildada de revolucionaria.

En el CBF Trío se pueden escuchar sonidos cercanos al free jazz, al jazz más clásico o al rock, porque si algo ha caracterizado a este grupo ha sido su iconoclastia, su enfoque hacia un jazz que podía beber tanto de las fuentes más clásicas de esta música como no cortarse a la hora de versionar a formaciones como Pink Floyd. Son todo un soplo de aire fresco en el, a veces, cargado ambiente del jazz más clásico.

Pedro Calero, un talentoso pianista y compositor que se ha convertido en un músico omnipresente e imprescindible en la escena musical extremeña, que utiliza la música como una forma de rendir un permanente homenaje a las influencias positivas en su vida: arte, música, espiritualidad o familia parecen ser protagonistas de todo lo que toca o compone.

Paulo Bandeira, un todoterreno de la batería, amante de la mezcla entre el lenguaje del jazz y otras tendencias musicales que aporta al trío la traducción que hace que los ritmos contagiosos del tema parezcan que son construidos sin gran esfuerzo.

André Fernandes, con cerca de medio centenar de discos publicados, es un guitarrista con un sonido propio que ha impulsado el jazz en Portugal a niveles de calidad que a nadie deben envidiar; también un compositor maduro y fresco, con una capacidad de improvisación impresionante.

En definitiva, un trío de raza ibérica con dos portugueses y un español que ayudan a que dos países aislados en lo musical durante décadas, por razones geográficas y políticas, alcancen en la actualidad un brillo análogo al de cualquier otro lugar.

Y el calor, intenso, dio paso a una noche amable que, junto a la excelente puesta en escena del trío, permitió al público asistente seguir haciendo camino en esta sala de referencia en la que se está convirtiendo “Jazz en Montesinos”.

sábado, 25 de mayo de 2024

Pere Pons y Horacio Fumero, pareja singular


Pere Pons y Horacio Fumero son una pareja singular; ambos, tocados con sombrero o gorra, dedican su tiempo a predicar el jazz.

Del primero conocía de sus andanzas por estos mundos jazzísticos por su dilatada e intensa actividad como escritor, periodista en diversos medios, impulsor y colaborador de festivales, fundador de revistas de jazz o autor de varios libros.

Del segundo, por mis canas y discoteca, había saboreado (en conciertos o grabaciones) su espectacular carrera musical al lado de grandes músicos como Gato Barbieri, Freddie Hubbard, Johnny Griffin, Woody Shaw, Benny Golson o nuestro querido y admirado Tete Montoliu.

Y de este último, Tete Montoliu, viene la cosa; una cosa que tenía como objetivo recordar y homenajear a ese maravillo, único y gran pianista que fue nuestro Tete Montoliu.

Han venido a Badajoz, dentro del Ciclo Jazz en Montesinos que organiza Fundación CB, a presentar el libro “Round about Tete” (Libros del Kultrum), una biografía coral sobre la vida y obra de Tete Montoliu, en un libro escrito por Pere Pons y que Horacio Fumero ilustra con el contrabajo.

Tete Montoliu, el negro del Eixample, ha sido el más prestigioso y reconocido universalmente de nuestros músicos de jazz. Y es de él, a través de esta ambiciosa biografía coral que se nos presenta, del que se busca mantener vivo su legado echando mano de una legión de músicos, familiares, allegados y amigos para explicar a fondo al genial pianista y compositor.

La tarde noche transcurrió entre la presentación de la referida obra y una cena en el siempre agradable y magnifico restaurante Casa Marce.

La presentación del libro fue un torrente de ilustración sobre el jazz; Pere y Horacio recrearon momentos vividos junto al maestro Tete, momentos unos conocidos y otros totalmente inéditos para las personas que allí nos encontrábamos. ¡Una delicia!

Después, al termino del acto de presentación, vino una cena para el recuerdo. Pere, Horacio, mi querido amigo Lorenzo y el que esto escribe, dando cuenta de hermosas viandas (jamón, lomo o bacalao dorado) pusimos letra y música a la noche.

Pere nos hablaba de su vida, de esa forma de encararla siendo uno mismo, en un juego de un malabarista que, a su labor de escritor y periodista, suma la faceta de propulsor de la carrera de distintos músicos (por ejemplo, la de Horacio Fumero), o programando cultura en cualquier lugar que se le reclame. Un enamorado de una Barcelona que hoy, según su opinión, languidece por infinidad de factores.

Y Horacio nos habló largo y tendido de su recorrido vital, que es también en cierta medida parte de la historia del jazz en este país. Desde su llegada hace cincuenta años a Barcelona, hasta sus experiencias junto a monstruos como Gato Barbieri y Tete Montoliu. Mezclando la música con mi vida, nos contó relatos de escena y anécdotas con pequeños monólogos que hicieron nuestra delicia. Horacio es un tipo que toca el contrabajo y que luce mucha memoria, humor y emociones de todo tipo. Él que presume de estar siempre en la sombra, ha estado, al menos esta tarde noche, debajo del foco más intenso.

Y, desgraciadamente, llegó el momento de las despedidas; una despedida en la que Pere Pons se ajusta el sombrero y esgrime la sonrisa de un hombre forjado en la tarea de predicar la palabra del jazz. Mientras, Horacio Fumero se funde en un caluroso abrazo con Lorenzo y conmigo; un Horacio que nos presenta el último retrato de un artista muy especial que, además de ser un gran acompañante, ha sabido componer música de espacios infinitos, de esperas contenidas, que vuelven como jadeos en esa comunión de ese jazz mayúsculo que aprendió junto a Tete.

Gracias, muchas gracias, a Pere y Horacio.

sábado, 27 de abril de 2024

Bobby Martínez en Jazz en Montesinos


Los ecos de una trompeta son siempre alentadores; es decir, para mí y en este caso, me infunden aliento y me animan a escribir.

Es Carlos Rossi el que sopla y emite notas sin parar; es Rossi un musico de gran formación académica y demostrada versatilidad como intérprete y arreglista. Es Rossi uno de los integrantes del sexteto que lidera ese viejo y experimentado saxofonista llamado Bobby Martínez.

Bobby Martínez, ese combinado entre el pica-pica latino y el swing norteamericano, se ha venido por aquí, por Badajoz, a contarnos lo que en la actualidad está haciendo junto a un grupo de jóvenes músicos que saben bien lo que se traen entre manos. La formación ofrece música original en el que la tradición jazzística es la base sobre la que crecer e improvisar a lo largo de los ochenta minutos que ha durado el concierto.

Los integrantes de la banda son: Bobby Martinez (saxo tenor), Carlos Rossi (trompeta y fiscorno), Nacho Fernández (guitarra eléctrica), Iñigo Ruiz de Gordejuela (piano), Darío Guibert, (contrabajo) y César de Frías (batería). En un par de temas, por invitación de Bobby Martínez, se une a la banda Rodrigo Parejo (flauta).

Fue un concierto exento de jazz latino y agraciado por una acústica muy trabajada. Bobby Martínez y Carlos Rossi actuaron como maestros de ceremonia de un convite musical que demuestra que con buenos músicos y mejores compositores no es necesario tirar de la extensa discoteca del estándar del jazz.

Un concierto en el que presentaron principalmente el álbum «Te Lo Dije», con temas íntegramente originales de los miembros del grupo, en el que dejaron bien patente su amor por la tradición jazzística y el conocimiento de la escena actual. Especial recuerdo para el sentido homenaje a la memoria del saxofonista Bob Sands, con el tema 'One for Bob', escrito por Bobby Martínez.

La sala, Montesinos 22, abarrotada; con un público entregado a un nuevo capitulo de esta nueva historia de amor del jazz con la ciudad de Badajoz.

domingo, 17 de marzo de 2024

Giovanni Guidi en Badajoz

 

Que la música no entiende de fronteras es una evidencia. Y que son los músicos los que materializan esa conducta, es también evidente.

Viene esto a cuento tras haber compartido concierto, además de mesa y mantel, con Giovanni Guidi, un pianista nacido en 1985 en Foligno (en la Umbría italiana).

Guidi es hombre de poliédrica personalidad, íntimo y reservado, lírico y disonante, además de sensual e irónico. Conocido por su técnica en el piano y por su capacidad de improvisar con gran fluidez y creatividad, es una de las figuras más interesantes que existen en la actualidad en la escena jazzísticas italiana desde que fue presentado por el maestro Enrico Rava. Ha grabado para CAM Jazz, Venus o ECM y presentado su música en festivales de New York, Chicago, San Francisco, Buenos Aires, Santiago de Chile, Rio De Janeiro, Salvador de Bahía, Toronto, Montreal, Hong Kong, Jakarta, Tokyo, Seul, Mumbai, New Delhi, Estambul, Berlín, Londres, Atenas y Bucarest; es decir, por medio planeta.

El concierto fue brillante, con un Giovanni Guidi desaforado inundando la sala con un pianismo que bebe de Keith Jarrett o Sonny Clark, con temas que enlazaba uno tras otro sin dejar respirar a un auditorio repleto y fascinado con su puesta en escena.

Hasta el momento, “Jazz en Montesinos”, la marca que pone nombre al ciclo jazzístico de Fundación CB, nos está ofreciendo distintas formas de entender e interpretar jazz al piano: Emilio Solla, Chano Domínguez, Ignasi Terraza, José Carra y, ahora, Giovanni Guidi.

Y si Giovanni Guidi no entiende las fronteras en la música, menos las entiende en su forma de ver el mundo que nos rodea; es crítico, muy crítico, con todo lo que está ocurriendo a nuestro alrededor con las políticas que impiden que la gente se mueva libremente por el mundo en busca de una mejor situación social, económica o política. Bebe de ese axioma que enuncia que “las fronteras, las banderas y las religiones solo sirven o han servido para que muera la gente”.

Después del concierto, en la etapa de la mesa y mantel en la Bodega San José, además de las reflexiones sobre la situación política que vivimos, pudimos compartir opiniones en torno a nuestro amor compartido por el jazz y la música; siempre acompañados por Massimo Di Stefano, su manager y un excelente conversador.

Perigeo, Franco D'Andrea, Danilo Rea, Enrico Rava, Massimo Faraò, Gino Paoli o el Flamenco, hicieron de la velada un auténtico placer. Hablamos también de una supuesta presencia en el próximo festival de jazz de Badajoz.

¡A repetir!

lunes, 12 de febrero de 2024

Arturo Serra y José Carra: un dúo conectado

Se trata del cuarto concierto del ciclo organizado en Badajoz por Fundación CB bajo el titulo “Jazz en Montesinos”. Un concierto que tiene como novedad la formación presentada: un dúo de vibráfono y piano. Los tres anteriores (Emilio Solla, Chano Domínguez e Ignasi Terraza) habían sido a piano solo.

Arturo Serra y José Carra son los protagonistas de este sábado incrustado en el Carnaval de la ciudad que, posiblemente, ha restado algo de público al concierto; poco más de medio centenar de personas han sido los afortunados de disfrutar de una elegante y rodada formación.

El vibrafonista Arturo Serra está considerado como uno de los mejores vibrafonistas del país, con un instrumento poco utilizado por su dificultad técnica. Por su parte, el pianista José Carra es uno de los jóvenes y brillantes pianistas que pueblan el panorama jazzístico español. Ambos músicos están en los últimos tiempos mostrando su trabajo en numerosos conciertos por toda la geografía española.

Serra, a lo largo del concierto, comentó en varias ocasiones la permanente conexión que, por wasap, tiene con Carra y que le permite preparar nuevos temas a interpretar en sus conciertos. Añado a su comentario, que la conexión de estos dos músicos va más allá del wasap. Y lo digo porque hablo de una conexión que se remonta al origen de sus propias carreras musicales.

Es muy probable, diría que seguro, que este concierto no se hubiera celebrado caso de no existir esa conexión a la que aludo. Arturo Serra, valenciano residente en Málaga, es un músico que llegó a esta ciudad en busca de un futuro en el campo de la música; en esa ciudad pudo establecerse, crecer musicalmente y ser, entre otros logros, profesor de múltiples alumnos, entre los que se encontró a José Carra.

Es evidente que esa conexión, alumno profesor, será la génesis de una reunión musical que después de infinitos conciertos sigue maravillando e iluminando el mundo del jazz.

En el concierto aludido, las expectativas no quedaron huérfanas. Arturo Serra y José Carra derrocharon su intima conexión. La que trasmitieron sin fisuras o aspavientos, a través de esos instrumentos en apariencia contrapuestos, que se fusionaron en ritmo, melodía y armonía con una improvisación calculada y libre a la vez. Enorme complicidad con miradas o gestos que nos transportaron a un mundo sin fin como el del JAZZ.

domingo, 28 de enero de 2024

Fernando Navarro, una lección de vida

Ayer tuve la oportunidad (la suerte o el placer) de estar en la presentación del libro “todo lo que importa sucede en las canciones” del célebre crítico musical Fernando Navarro; una presentación sobre la que debo manifestar mi grata experiencia al poder ser testigo de cómo se aborda el tema musical en relación con la existencia del ser humano.

Un párrafo el anterior que podría parecer grandilocuente o excesivo, pero que analizando con detenimiento lo que Fernando Navarro aborda en el citado libro o en la referida presentación podría quedarse corto.

Por otra parte, no es de extrañar, que con el currículo en medios de comunicación que presenta el protagonista (El País, El País Semanal, Cadena Ser, Ruta 66, Efe Eme o Rolling Stone) tenga el bagaje o experiencia del que hace gala.

Solamente, para tratar de explicar lo anterior, voy a detenerme en cuatro conceptos que me llamaron poderosamente la atención: la ausencia, la maternidad, la libertad o el disco. Son cuatro conceptos que, para mí, tienen una ligazón esencial en toda esta historia. Podría, seguro, abordar otros conceptos que me llamaron la atención, pero entiendo que los elegidos son más que suficientes para comprobar que no estamos hablando únicamente de un escritor que hace critica musical y si de un ser humano que hace filosofía a través de la crítica musical.

El que el libro se titule “todo lo que importa sucede en las canciones”, nos da una pista de cómo el autor quiere enfrentarse a la historia: la música, a través del disco, le ha permitido alcanzar la libertad absoluta que le inculcó su madre ante la ausencia de un padre desconocido.

Lección de vida, llamaría yo a lo anterior. Una lección aprendida e inculcada por una madre que no solo le dio la vida, sino que también le ayudó y enseñó a utilizarla.

Cómo explicar la ausencia de un padre con algo tan descarnado como “Después de meses, más bien años, he comprendido que he llegado hasta aquí con la única esperanza de tener suficientes pares de botas, aunque mi única revolución simplemente sea intentar ser un buen padre para Alejandro”.

La ausencia, en este caso la del padre, como acción y efecto de ausentarse o de estar ausente. Algo que le pasó a nuestro protagonista: su padre se ausentó y provocó un vacío, en principio, insustituible o irremplazable. Al menos en tres ocasiones, nuestro protagonista, manifestó que quizás, solamente quizás, su padre podía estar trabajando en el hospital de nuestra ciudad, Badajoz.

Y esa ausencia nos introduce de lleno en la maternidad. Escribía un poco más arriba que la ausencia del padre era, en principio, insustituible o irremplazable; pero debo de manifestar, así lo confiesa Fernando Navarro, que su madre le ayudó a enfrentase a la misma de la forma que solamente una madre es capaz de realizarlo a través del vínculo que se crea desde el momento de la gestación y que se va acrecentando durante el momento del nacimiento, la lactancia y posteriormente con el cuidado en los primeros años de vida del hijo: vivencias y relaciones que serán elementales para el desarrollo de su personalidad.

Hablaba Fernando Navarro de que la enfermedad y la muerte de su madre eran la clave o génesis de lo escrito en su libro, un libro que relata una crisis personal que lleva al protagonista a la madurez, donde asume el fracaso, a través de la libertad que le facilita la música.

La libertad, obsesión de una madre para su hijo. “Mi madre me enseño a creer en las personas, no en las banderas o en las fronteras; me enseño e inculcó, con su dejarme aprender en libertad, que el ser humano se construye cayéndose y levantándose”. La experiencia nos demuestra que cuando asentamos el cuidado de nuestros hijos en el cariño, la compresión y la aceptación les ayudamos a crecer en un ambiente de confianza, desde donde se puede explorar con total libertad y seguridad todas sus emociones y potencialidades para desarrollar una etapa adulta plena y feliz.

Y nos faltaba el cuarto elemento catalizador de esta lección de vida, de esta lección de filosofía que nos imparte Fernando Navarro: el disco; que bien podríamos haber sustituido por la música, pero que nuestro caso, el disco, es la materialización de la misma y una forma de contarnos la evolución inadecuada de una sociedad que vive sin freno.

“Es curioso que cada ciudad que visito esta huérfana de tiendas de discos”. Alguien del publico le recuerda que en Valladolid si existen; pero aquí, en Badajoz, es cierto que desaparecieron hace muchos años. Aquellas maravillosas “Ítaca Discos” o “Ciclos”, en Badajoz, donde, a través de la maestría de sus gestores y propietarios -Antonio o Carlos-, se nos permitía tener un lugar donde peregrinar a buscar y escuchar nuestros discos de aquellos músicos que colmaban nuestro ansía de libertad: John Coltrane, Miles Davis, Return to Forever, Mahavishnu Orchestra, Frank Zappa o Tete Montoliu.

Llegabas desbocado, nervioso por los cuatro costados, entrabas en aquellos templos, reducidos en espacio y amplios en material discográfico, y comenzaba aquella maravillosa y ya imposible historia de buscar entre los cajones de los discos a la búsqueda de aquel deseado LP que posteriormente desgastarías, por la cara a y la b, para después embolsar cual inalcanzable tesoro que pasaría a formar parte de la isla perdida de tu habitación familiar.

¡Gracias, Fernando, por esta lección de vida!

domingo, 21 de enero de 2024

La sonrisa de Ignasi

Detrás de esa gloriosa sonrisa que exhibe sin ambages Ignasi Terraza se esconde una historia trágica pero también, a la vez, una apasionante aventura de superación interpretada por un chaval de poco más de nueve años.

En aquella España de los sesenta del siglo veinte, además del aderezo político de un régimen en decadencia, se utilizaban algunas arriesgadas prácticas médicas que fueron la causa de que nuestro protagonista perdiera la visión.

Es probablemente muy arriesgado asegurar que esa tragedia familiar fuera la causa para que Ignasi Terraza optará por acercarse a la música, para iniciar una aventura que le llevaría con el paso de los años a convertirse en un pianista con gran proyección internacional.

Nunca lo sabremos, pero la realidad es que aquella tierra bañada por el Mediterráneo y preñada de grandes músicos alumbraría con los años a otro grande del piano; en este caso, como Tete Montoliu, ciego.

Cuenta Ignasi Terraza que “al cabo de dos años de perder la vista comencé a tocar el piano. Cuando empecé a acercarme al piano estaba totalmente ciego. A mí me gustaba más dibujar y pintar, no le dedicaba especial tiempo a la música, pero un poco como un juego, un amigo me enseñó una canción en un teclado de juguete. Intenté luego reproducirla en el piano de casa de mi abuela y a partir de ahí empecé a engancharme al instrumento en una historia de amor que llega hasta hoy”. Esa canción era el ’Happy Birthday’.

Comenzó sus estudios de piano clásico en el Conservatorio de Barcelona al mismo tiempo que se inició de forma autodidacta en el jazz, algo que en aquella Barcelona mosaico de distintas culturas le llevo a disfrutar de la dulzura de vivir junto a esa potente herramienta que es el jazz.

Seguro que la importancia de la música (Zeleste, Sisa, Pau Riba, Jimi Hendrix, Genesis o Yes) le harían expresar en más de una ocasión que “no escuchábamos música, vivíamos en la música”. Además, perteneciendo a esa generación en la que confluyeron la alta cultura y la popular, eran capaces de escuchar a Bach y a los Rolling.

Posteriormente, con la llegada de la década de los ochenta, todo dio un giro copernicano y donde antes había una búsqueda de la verdad se impuso el imperio de lo falso, donde había un pensamiento denso se impuso el débil y donde había una felicidad del cuerpo se impuso el gimnasio.

Para ese momento, Ignasi Terraza está sobradamente formado en la disciplina del piano clásico y rezuma jazz por los cuatro costados. Aquella casete que le grabó el afinador del piano familiar, Oscar Peterson y Ahmad Jamal en cada una de sus caras, le ayudarían a buscar un referente sobre el que crecer.

Combina el tiempo entre la informática (se licencia en Informática, siendo la primera persona ciega en España en obtener esta titulación) y el jazz hasta que, en el comienzo de la década de los noventa, decide dedicarse plenamente a la música.

Y aquella sonrisa de Ignasi seguía creciendo e iluminando a todos aquellos que se cruzaban en su camino.

Y fue aquel afinador que le introdujo en Peterson o Jamal, el mismo que le habló de la figura de Tete Montoliú, de aquel pianista ciego que era un enorme músico que tocaba jazz. Y fue “a partir de entonces como empecé a preguntar, a buscar, a interesarme y a escuchar más esta música. Ese punto de libertad y de improvisación me sedujo desde el principio y con el tiempo ha hecho que haya hecho de esta música mi lenguaje”.

Un Ignasi Terraza maduro es el que volvía por tercera vez a Badajoz (él me insiste que es por cuarta; así será, le digo). Lo hacía para ofrecer un nuevo concierto en el ciclo de jazz que Fundación CB organiza bajo el título “Jazz en Montesinos”.

Y créanme, se lo aseguro, que el concierto fue digno de enmarcar. A piano solo, con esa forma única de improvisar que tienen y desarrollan los grandes músicos, nos construyó una autentica obra maestra a base de temas de Louis Armstrong, Fats Waller, Thelonious Monk, George Gershwin, Juan Tizol o de su propia composición.

Escucharlo y verlo tocar ese repertorio propio y ajeno de composiciones que forjaron su particular huella musical es toda una experiencia, sobre todo, en una noche repleta de nostalgia en la que tuvimos la oportunidad de sumergirnos en la magia del jazz y honrar a uno de los grandes músicos que este país ha dado al mundo.

Sin olvidar, es preciso no olvidarlo tampoco, que sentarse junto a él y conversar sobre lo que la sociedad en general ha cambiado respecto a cómo se ve a la persona ciega y cómo esto se refleja en la música y en el arte en general. Sobre ello asegura que “queremos que se nos escuche y juzgue como músicos y que la gente venga y se olvide si esa persona es ciega o no, que escuche música y músicos tocando y disfrutando”.

Y así, conversando o escuchándolo al piano, uno observa y se convence que esa sonrisa que Ignasi Terraza luce sin ambages es realmente sincera y digna de lucir y difundir a los cuatro vientos.

¡Gracias Ignasi!