David Remnick es Premio Pulitzer, guardián de las esencias del gran periodismo como director de la revista 'The New Yorker' y agudo analista del futuro de un oficio en crisis, además de biógrafo de Obama. Pero lo que más me llama la atención es su afición por el jazz. En una entrevista que publica El País Semanal del pasado 26 de septiembre de 2010, puede leerse lo siguiente:
¿Es un adicto al trabajo? Creo sinceramente que no. Me parece que es una palabra que la gente usa para justificar su gran sacrificio. En mi caso no lo es, es un trabajo que consiste en leer, en escribir... No me parece tan malo.
¿Qué hace en su tiempo libre? Cosas muy similares a las que hago en el trabajo. Leer, escribir [risas]. No tengo muchos hobbies. Solía gustarme jugar al ajedrez. Cuando era niño caí enfermo durante 10 días, la semana en la que Bobby Fischer y Borís Spassky jugaron las series mundiales. Pero no soy muy bueno. La música también me gusta, el jazz sobre todo.
Defina el cielo en términos jazzísticos... Lo viví el otro día en Nueva York. Sonny Rollins, Ornette Coleman y Roy Haynes, tres octogenarios juntos. Acariciaron las nubes.
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