Nelson Cascais nació en Lisboa, pero podía haber nacido en cualquier otro lugar de ese singular y bello país. Su música, igual que su palabra, es toda sonoridad y sensibilidad. Habla, y toca, con una dulzura que embriaga a quien lo escucha. Verlo y escucharlo es realmente un ejercicio reconfortante para el espíritu. La otra noche, en el Jazziberia de Badajoz junto a André Fernandes e Iago Fernández, nos transmitió la siguiente conclusión: tres buenos músicos que, apoyados en su fina técnica y su experiencia, parecen ensayar mientras dan conciertos y viceversa. Su espontaneidad y la libertad con que encaran su música son producto de sentido y pensamiento único que ofrecen con sencillez y soltura. Sus miradas y gestos de complicidad nos aseguraban que contemplábamos a tres músicos que estaban disfrutando y haciendo disfrutar.
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