lunes, 30 de marzo de 2020

30-03-2020 Sigo seco y, sin embargo, llueve


Pues eso, que son más de las once de la noche y estamos sin temática. Bien es cierto que hoy el teletrabajo se ha alargado demasiado.

Y, con sinceridad, me gustaría divagar y reflexionar sobre el asunto del trabajo presencial o a distancia, tan de actualidad en estos días.

Tengo unos cuantos años en mis espaldas, también muchas canas y, sobre todo, amplia experiencia en el mundo del trabajo.

En mi vida laboral he pasado por todos los estadios o lugares en que se puede estar en este asunto: no opinar, ser un furibundo defensor del trabajo presencial o buscar lo razonable.

Hoy, desde una posición sosegada y de razonabilidad, diré que esto del teletrabajo es perfectamente posible y muy recomendable, pero siempre en manos de trabajadores responsables.

El presentismo, ese mal de calentar la silla, debería de estar en desuso o muy perseguido en las organizaciones modernas que buscan la conciliación familiar.

El término presentismo surge como contraposición al absentismo laboral, porque pretende destacar el hecho de que el trabajador está presente en el lugar de trabajo, incluso aunque ello no repercuta en un aumento de su productividad: presentismo como antídoto a perder el empleo o como miedo a no poder cumplir con las funciones asignadas. ¡Craso error!

En este momento, con la practica a la que nos está obligando la crisis del COVID-19, estamos a tiempo de cambiar de costumbres y apostar por el teletrabajo.

Apostando por el teletrabajo cuando sea posible; una variante que permite a los empleados realizar su trabajo desde cualquier lugar, no siendo necesario tener que acudir a la empresa a diario.

No obstante, la mayoría de las empresas que lo utilizan coinciden en que este trabajo no se le puede ofrecer a cualquier colaborador, ya que precisa de un perfil muy definido. Debe tratarse de un empleado ordenado, responsable, con predisposición a seguir unas pautas, debiendo cumplir los objetivos que se le marcan para el bienestar de toda la empresa.

Señores, estamos metidos de lleno en el siglo XXI y ello debe empujarnos (o llevarnos) a modernizar nuestras estructuras mentales y buscar lo más productivo, eficiente y sostenible.

Y este señor que divaga a estas horas está plenamente convencido de las virtudes del teletrabajo.

¡Esperemos que mañana llueva en abundancia!

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