martes, 21 de abril de 2020

21-04-2020 Iceberg


Hay una parte de mi juventud muy ligada a un grupo catalán llamado Iceberg; un grupo al que tuve ocasión de escuchar en aquellas noches musicales de verano del auditorio del Parque Infantil de Badajoz.

Atesoro toda su discografía; una discografía que se compone de cinco elepés.

Iceberg es para mí un grupo de referencia, ya que ha marcado de manera muy significativa mi manera de entender la música.

Estamos hablando de un grupo que tiene su existencia entre los años 1975 y 1979; años en la que estoy formando mi universo musical a sorbos de rock y jazz.

Pero estamos hablando ya de un rock más evolucionado, hablamos del rock sinfónico y de la música progresiva: Mahavishnu Orchestra, Chick Corea con la Return to Forever o Camel por citar unos pocos ejemplos. Esa conjunción de rock sinfónico, progresivo y jazz, solo instrumental, me empezaba a fascinar en aquellos años.

Tampoco hay que olvidar en ese calidoscopio musical los orígenes mediterráneos del grupo. Y he dicho “solo instrumental”, porque el Iceberg poderoso, al menos el que a mí me gusta y marca, es el que comienza con “Coses Nostres”; ya olvidado su primer disco con vocalista incluido, “Tutankhamon”.

El cuarteto de “Coses Nostres”, “Sentiments”, “Arc-en-ciel” o “En Directo”: guitarra eléctrica, teclados, bajo eléctrico y batería, hará mis delicias durante mucho tiempo. Sobre todo, en sus dos primeros discos y en las manos e imaginación de Max Suñé y Kitflus.

Hoy día sigue siendo un grupo de obligada escucha, un grupo con el que recargo las pilas cuando tengo la batería en mínimos.

Max Suñé (guitarra eléctrica), Josep Mas "Kitflus" (teclados), Primi Sancho (bajo), Jordi Colomer (batería) y Ángel Riba (voz, sólo en el primer disco) eran Iceberg; una de las “mejores bandas” que surgió en la España de los setenta.

Como he comentado más arriba, una vez los escuche en directo: fue en el Auditorio Ricardo Carapeto de Badajoz, en verano y al aire libre. No podré olvidar el viaje musical que nos ofrecieron. Salí, como el resto de los asistentes, extasiado del concierto.

Por cierto, aquella noche se nutrió de un doble concierto: primero Jaime Marques y su grupo, y después Iceberg. Y como yo vivía pegado al auditorio, pude disfrutar de las pruebas de sonido en primera fila, con Max Suñé y Jaime Marques tocando juntos y divirtiéndose (¡ellos y nosotros!) como unos “pequeños enanos”

¡Benditos recuerdos! ¡Somos recuerdos!

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