domingo, 12 de abril de 2020

12-04-2020 Nica de Koenigswarter y Robe Iniesta en Sevilla


Por una calle solitaria, Nica camina despacio, muy despacio. Conserva el porte de una distinguida señora; su forma de caminar y vestimenta delatan su pasado. Es tarde y la calle poco iluminada dificultan observarla. De dónde viene y hacia dónde se dirige, es toda una incógnita. Su pasado es una historia repleta de experiencias a las que nunca volverá. O, al menos, eso es lo que ella imagina.

Los años han pasado de manera vertiginosa; pero los recuerdos de sus días al lado de sus amigos Charlie Parker o Thelonius Monk no son fáciles de olvidar. ¡Que gratos momentos los vividos al lado de ellos!

Nada habíamos vuelto a saber de tan ilustre y distinguida defensora de los músicos, sobre todo de los músicos de jazz.

Se cuenta que la Baronesa Nica de Koenigswarter había muerto en 1988, a la edad de 74, dejando cinco hijos, dos nietos y tres bisnietos; después de convertir a Monk en su protegido, amigo, confidente y posiblemente amante.

Pero parece que no fue así. Estoy seguro de que, si la vista no me falla, esta distinguida y anciana señora es Nica, Nica de Koenigswarter. Sí, la hija del acaudalado banquero Charles Rothschild y esposa del famoso barón Jules de Koenigswarter, aviador, héroe de la Resistencia francesa y embajador en México en la posguerra europea.

¿Y qué hará en Sevilla y en una solitaria calle del barrio de Santa Cruz?

Pues la respuesta es sencilla: busca a un personaje del que le han hablado largo y tendido; un personaje que compone, escribe, canta y toca la guitarra, conocido por ser el fundador e imagen del grupo de rock Extremoduro. Le han hablado de que toca estos días por Sevilla y que suele frecuentar determinados locales nocturnos. Su amor y devoción por los músicos, por los músicos singulares, la llevan en volandas a una nueva aventura.

A Nica le han hablado de un talentoso joven que salió de una población del norte de Extremadura, la bella y rica Plasencia, dispuesto a comerse el mundo. Un joven que ha recorrido España, vendido miles de discos, llenado recintos, pabellones o estadios sin sonar en la radio ni en la televisión. Su aspecto, marcado por la vida, y su voz ronca y cazallera le hacen un personaje singular. Pero, sobre todo, lo singular de su persona es su originalidad en su música y en sus letras. También le han contado su facilidad con la escritura, su primer libro, El viaje íntimo a la locura, ha sido un éxito de ventas.

Pero, sobre todo, ha conseguido que miles de personas de todas las tribus, de distinta condición social y diferentes lugares tengan devoción por su persona y su obra. Y Nica no quiere quedarse atrás, quiere tener esa misma devoción que el resto de los seguidores de Robe Iniesta.

A Nica le ha comentado la duquesa de Alba, su amiga y confidente, que en Sevilla existe un curioso y bohemio local donde puede escucharse flamenco a altas horas de la madrugada, y por donde se dejan ver personajes del calado de ese tal Robe Iniesta. Y Nica, con ese afán de madre protectora, no elude lanzarse a la calle y buscar el local que le comenta su amiga.

Previamente, Nica, se ha informado del nombre del local, La Carbonería, y de su ubicación, en la calle Levíes número 18; que fue el escenario de la vanguardia local, de la independencia de pensamiento, de la alternativa, del movimiento underground. Testigo de la voz de grandes cantaores como Camarón, del crecimiento del flamenco, de la madurez de la poesía. Que un día fue parte de un almacén de compraventa de carbón y que hoy se ha convertido en resguardo de flamencos, poetas, actores, escritores y amantes de la bohemia artística y del propio arte. Y claro, Nica, nuestra Nica, no puede escapar a un menú tan sugerente; en el que además con un poco de suerte tendrá como aliño a Robe Iniesta.

Y volvemos al comienzo. Por una calle solitaria, Nica camina despacio, muy despacio. A medida que se acerca a su destino, su corazón late más deprisa, de manera vertiginosa. Está a punto de alcanzar el que puede ser uno de sus últimos sueños y deseos: conocer y apadrinar a Robe Iniesta.

Por fin llega a su destino. Pero su primera impresión es de degrado, de desilusión: la puerta parece que está cerrada. Es curioso, le habían dicho que seguro que el local estaría en plena efervescencia; muy vivo y destilando arte por los cuatro costados.

Su oído, como todo su cuerpo, ha comenzado el camino del deterioro físico; no obstante, le parece apreciar que tras la puerta cerrada se oye vida. ¿Una guitarra? ¿Un piano? ¿La voz desgarrada de un cantaor? El corazón nuevamente se acelera, se dispone a empujar la puerta. Tras la puerta, la vida; lo que buscaba.

Poder contemplar la música y la pintura unidas de la mano al resguardo de la noche, solo sucede en locales como este. Y Nica ansiosa y huérfana de ello se sumergirá en el ambiente del local. Una mirada, un cambio de gestos, palabras deslavazadas y, finalmente, una larga conversación la llevarán ante Robe Iniesta.

Lo que a partir de ese momento surge entre estas dos almas gemelas, sedientas de experiencias y llenas de sensibilidad y creatividad, quedará entre los dos. Lo único que me interesa es que Nica ha vuelto.

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