sábado, 2 de julio de 2011

Cádiz

Súbanse a la torre de poniente de la catedral de Cádiz y podrán comprobar el porqué esta ciudad es distinta al resto de ciudades del sur de España. Ni mejor ni peor, sólo eso, distinta. Y es esa distinción la que la hace esplendida, magnífica y dueña de una singular presencia. Dice la canción que “La Habana es Cádiz con más negritos, Cádiz La Habana con más salero”.  Y es que Cádiz tiene algo especial; será posiblemente su vocación de isla.

Y Cádiz, como cualquier isla, se baña y sumerge en el mar. Y ese mar, de la mañana a la noche, le confiere una luz y un color especial. Luz y color que penetra en sus calles y plazas, barrios y playas o lugareños y visitantes.

De verdad, suban a la torre de poniente y dejen libertad a su vista y oído, y podrán comprobar lo que digo más arriba. Podrán comprobar la sinfonía de colores y sonidos que pueblan la ciudad. Es un espectáculo digno de admirar.

Desde allí observarán el bullicio de la ciudad, el ir y venir de sus lugareños y visitantes; la bahía (a la que cantó Chano Lobato), con su azul inmaculado y su vaporeto (al que cantó Chano Domínguez) surcando sus aguas; el mercado central con sus coloristas vendedores o las idílicas puestas de sol de la playa de la Caleta

En fin, suban a la torre de poniente de la Catedral de Cádiz; o mejor, vengan a Cádiz y luego suban a la torre de poniente.

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