domingo, 15 de abril de 2012

Domingo, vagar, arte, Rebollo y recuerdos


Sinceramente, no entiendo nada de pintura. Pero nada, absolutamente nada. Eso de las formas, colores, texturas o técnicas de la pintura no está en mi libro. ¡Una lástima! 

Claro que, dicho lo anterior, me gusta asomarme y fisgonear por las exposiciones de pinturas y pintores. Ver como se expresan o expresaban unos señores (o señoras) que tienen o tenían la sensibilidad a flor de piel, que tienen o tenían una forma diferente de mirar al resto de sus coetáneos. Y ese gusto que manifiesto lo he practicado esta mañana de domingo. 

Primero he vagado por las calles semivacías del centro de la ciudad, una ciudad que aún se estaba desperezando del sueño nocturno. La ciudad, a esa hora, es realmente deliciosa y acogedora. 

Y vagando y vagando, me encontré a las puertas de un pequeño, pero muy interesante, museo. Y me animé a entrar, a dejarme sorprender por lo que allí se nos ofrecía. Y lo que se nos ofrecía era una antológica de José Rebollo López, un pintor pacense. Rebollo fue pintor, dibujante, caricaturista en la prensa diaria, fotógrafo y no sé cuantas cosas más. 

Pero Rebollo fue, al menos en ese momento, el despertador de mis recuerdos; el encargado de poner en marcha esa magnifica e inexplorada maquina de los recuerdos. Recordé que en mi juventud, en casa de los Vidarte -los de la calle Santa Lucía de Badajoz-, donde acudía con cierta frecuencia con Enrique Jorge Vidarte, pude tener mis primeras noticias de uno de los abuelos de Enrique, padre de su madre; un abuelo artista del cual había destacados exponentes colgados en las paredes de aquella casa museo. La verdad que entrar en aquella casa era sumergirte en una especie de museo; museo que para un chaval de apenas diecisiete años y con la mochila repleta de inquietudes, era una fantástica y enriquecedora aventura. Me hablaban, y no paraban, de sus dos abuelos: el paterno y el materno; del paterno, el denominado “fotógrafo dibujante”, iniciador de la saga de los Vidarte, y del materno, un pacense desinhibido, pintor, fotógrafo, profesor, amante de la caza y los toros, y, sobre todo, amante de la vida. 

Así que, cuando salía de aquella casa, mi cabeza era un hervidero de inquietudes, proyectos y anhelos. Era todo un placer compartir, asistir y vivir aquellos momentos con los inquilinos de aquella casa; una casa, como sus moradores, abierta, amistosa, divertida y, sobre todo, polifacética. 

Todo esto me venía a la cabeza delante de un imponente cuadro (que recordaba de la mencionada casa) donde un señor con bigote, apuesto y elegante, tocado con sombrero y capa española, me miraba como queriendo decirme que él también recordaba mi presencia. 

Como decía al principio, nada sé de pintura; pero yo me pasaría por el Museo de Bellas Artes de Badajoz y disfrutaría con la exposición José Rebollo López (Badajoz, 1873-1928).



martes, 3 de abril de 2012

Adiós sentido a Antonio Mingote

Fue una velada realmente agradable la que tuve ocasión de compartir con  Antonio Mingote; esta ocurría un día 21 de noviembre de 2003.

Mucho tiempo ha transcurrido desde aquel día, pero el recuerdo permanece imborrable: era un hombre imaginativo, jovial y que había vivido mucho. La velada, junto a ricas viandas, se alargó por sus continuos comentarios sobre situaciones vividas y personas y personajes conocidos. 

¡Descanse en paz!