domingo, 3 de diciembre de 2023

Chano Domínguez en Jazz en Montesinos

 


En persona, nuestro protagonista, es exactamente como su música: sencillo, fresco y de una gran armonía.

Chano destila vida en cada una de sus acciones; es, en palabras de nuestro querido Tete Montoliu, “un músico de jazz, que lo toca de otra manera; tu voz es diferente”.

Nacido en Cádiz, empapado de la música de esa tierra y por mediación de su padre, comenzó con la guitarra flamenca antes de inclinarse por el piano.

Me comenta que “a partir de los veinte años, cuando desarrolla su estilo al piano, empezó este camino de aprendizaje en el que aún sigue, porque esta música tiene muchos recovecos y mucho que enseñarnos siempre”.

En esa frase se encierra, también, parte de esa frescura y humildad que le caracteriza. De formación autodidacta ha llegado a niveles superlativos en el dominio del piano; algo que le permite, además de su actividad creadora e interpretativa, impartir magisterio del piano.

A Chano lo sigo desde hace muchos años; desde sus comienzos rockeros en CAI allá por los setenta del siglo pasado. ¡Tiempo más que suficiente para admirar su maestría!

La música de Chano es bella y sublime; siempre interpretada desde ese sonido tan personal que le imprime y que ha sabido distinguir de otros muchos pianistas. Una música en la que se siente a gusto: “tocando blues con compás de bulería”.

Lo veo en gran forma, algo que me confirma en nuestro encuentro; un encuentro que se produce para su actuación en el Ciclo de Jazz en Montesinos de Fundación CB.

El concierto, ante un centenar de personas, ha llevado su sello indeleble e intransferible: un paseo por el universo Chano; eso que algunos denominan “Chaneando”.

Y así, maravillando a su público, continúa día tras día: por ejemplo, hoy en Badajoz o mañana en Madrid.

¡Gracias, Chano!

martes, 21 de noviembre de 2023

Emilio Solla, un pianista del carajo


Emilio Solla es un pianista y compositor argentino que, afincado en Nueva York, dedica su tiempo a la formación y a impartir su maestría allá donde la solicitan.

Lo he conocido con motivo de un concierto en Badajoz, concretamente iniciando el ciclo de Fundación CB titulado “Jazz en Montesinos”.

Y debo de reconocer que me ha cautivado su maestría musical y su singularidad en lo personal.

Como argentino se define como “un italiano que habla español y que se cree francés”. Sugerente y original forma de definir al nacido en un país que vive permanentemente instalado en una crisis económica y social. Sin desperdicio sus sabrosos y ocurrentes comentarios en torno al actual proceso de renovación del presidente de la Nación Argentina. ¡Sabrosos, muy sabrosos!

Con una estrecha relación con Barcelona, su pareja es nacida en esa ciudad, no reúsa en dedicar hermosas palabras a todo lo que destila una ciudad cosmopolita donde pudo encontrar finalmente “un piano afinado” donde perfeccionar su sólida formación; en Barcelona, como no podía ser de otra manera, vivió y trabajó durante más de diez años.

Argentina, España o Estados Unidos son los lugares por donde ha peregrinado nuestro protagonista, lugares que han podido disfrutar de un músico criado en la música folclórica argentina y junto a un “viejo” que escuchaba jazz a raudales.

Y así, de esa manera, salió este músico apátrida que camina y viaja sin descanso por todos aquellos lugares que le reclaman para que les cuente su forma de ver la vida y la música; forma que no es otra que la de mostrar la riqueza humana y artística que generan los movimientos migratorios con su cruce de culturas.

Caminando, conversando o disfrutando de la gastronomía del lugar por el que transita, discurre una vida que tiene en este momento a Emilio Solla en el lugar donde le corresponde: el reconocimiento a nivel internacional de sus hermosas composiciones.

Posdata: lo del titulo “Un pianista del carajo” viene a cuento de una entrevista que leí donde manifestaba que “es un pianista del montón y un compositor del carajo”; a lo que yo respondo que, efectivamente “es un compositor del carajo, además de un pianista del carajo”.

martes, 26 de septiembre de 2023

¡O yeah, qué bueno! - Arturo Serra en Sevilla


Con gente así se hace camino; de eso estoy plenamente convencido. Me refiero con lo anterior al publico que seguía con atención y fruición el concierto que desplegaban en la sala Assejazz de Sevilla Arturo Serra y sus acompañantes.

Expresiones como la que encabeza estas notas venían de mi compañero de bancada, un sesentón como el que escribe, que estaba preñado de jazz y vida.

Y con esa expresión de que era “bueno” (diría yo, siguiendo a mi amigo JAM Montoya, que era sublime) se refería al pedazo de concierto que nos ofrecían las huestes encabezadas por Arturo Serra y muy bien secundadas por Perico Sambeat, Juan Galiardo, Miquel Álvarez y Martín Andersen (sin olvidar al amigo Pedro Cortejosa).

La sala de Assejazz de Sevilla es una enorme nave en un polígono industrial que hace las veces de esos clubes que llevamos en el imaginario todos los viejos seguidores de esta excelsa música que es el jazz. Amplia en espacio y aforo, con una coqueta y bien servida barra de bar, en la que faltaría, por poner algún reparo, una mejora de su acústica.

La formación liderada por Arturo Serra, un musico con mayúsculas con un amplio y versátil conocimiento de la música, desplegó eso que queremos los aficionados al jazz: las mejores esencias del jazz.

Amigos de Assejazz Sevilla, ese es el camino. ¡Enhorabuena!

miércoles, 9 de agosto de 2023

Recordando a Fernando Sánchez Dragó


La lectura de una entrevista con Ayanta Barilli, escritora e hija de Fernando Sánchez Dragó, ha traído a mi memoria una cena digna de recordar junto a tan ilustre escritor.

La cena en cuestión se celebró en los primeros meses de 2004 en el Restaurante Los Monjes del Hotel Zurbarán de Badajoz. Y era el broche final a una ¿espectacular? o, al menos, singular conferencia de un superlativo Fernando Sánchez Dragó.

Se trataba de un acto enmarcado dentro del Ciclo de Conferencias, organizado por Fundación Caja Badajoz, que contó con la participación de importantes personalidades de diversos ámbitos: el escritor Fernando Sánchez Dragó, el exentrenador del Real Madrid Vicente del Bosque, el doctor Enrique Moreno González, la periodista Ángela Rodicio o la investigadora Margarita Salas. Un ciclo de conferencias que estaba dirigido e ideado por el periodista y escritor extremeño José María Pagador Otero.

La conferencia, bajo el título “El héroe de las mil caras. Integrismo, multiculturalismo e ilustración”, se convirtió en una tribuna, por momentos en campo de batalla, donde Sánchez Dragó expuso algunas de sus ideas referidas a los mitos y las religiones. Terminada la exposición del tema, ya en el turno de preguntas, recuerdo perfectamente como el escritor se zafó de cualquier protocolo y se enzarzó en un “toma y daca” de preguntas y respuestas que puso de manifiesto su conocimiento del tema y su afilada experiencia en el arte de la palabra. Debo de reconocer que me lo pasé realmente bien y que el resultado de aquella conferencia elevó aún más el concepto que tenía del conferenciante.

Fernando Sánchez Dragó había llegado a mi universo personal en la década de setenta del siglo veinte y lo había hecho de la mano de la lectura de su enciclopédica obra “Gargoris y Habidis, una historia mágica de España”. Su lectura y lo fascinante de la vida del escritor habían elevado al personaje a la categoría de mito.

Ayanta Barilli define en esa entrevista a su padre como “un personaje público” y como “un hombre cautivador, en contra del sistema por definición, que jugaba, aunque otros crean que iba en serio”.

Quizás en esa definición de la hija este la esencia del personaje al que tuve el placer de leer y conocer. Leer en esa historia de España y en otras singulares obras o en aquellos apasionantes “Negro sobre blanco” y conocer en la aludida conferencia o en la cena posterior que no tuvo ningún tipo de desperdicio. Una cena en la que Fernando Sánchez Dragó pudo explayarse sobre todo aquello que le vino en gana y que seguramente realizó en ese tono juguetón al que hacía referencia su hija.

Viene al hilo, ya que hablamos de recuerdos, en uno de esos fascinantes “Negro sobre blanco”, el dedicado a la obra “Don Quijote de la Mancha y Libro de uso del Quijote” de José María Pagador Otero.

Por cierto, en la cena estaban presentes José María Pagador Otero, una compañera de Caja Badajoz (su nombre, en esta ocasión, no viene al caso) y el que esto escribe. A los postres, con un Sánchez Dragó en efervescencia, tuvimos la incorporación de la pareja de aquel momento del escritor, Naoko.

domingo, 23 de julio de 2023

Capitán, llegó el día


Debo de reconocer que la noticia de contar algo en la boda de Emilio me cogió un poco de manera inesperada. En mi cabeza tracé una serie de ideas que podrían ser parte de ese contar y cantar sobre nuestro querido hijo. Y, vuelvo a sincerarme, diré que me ha costado la vida.

Por ello decidí recuperar un viejo texto escrito hace ya algunas fechas sobre una fotografía de nuestro protagonista. Un texto que titulé “30 años” y que decía así:

“La fotografía, como puede apreciarse en el pie de foto, es de octubre de 2012. Han pasado ya casi siete años.

Me gusta especialmente porque refleja su forma de ser: honestidad, sinceridad y un brillo en los ojos que apuestan decididamente por el momento en el que se cumplirán todos sus sueños.

Hoy, el protagonista de la fotografía, cumple treinta años. ¡Joder, como pasa el tiempo!

Un tiempo en el que, como todo ser humano, ha evolucionado en su pensamiento y en su forma de actuar. Una evolución positiva que le aporta un plus como persona.

Es, como el padre que le ayudó a venir a este mundo, un idealista y un firme convencido de la belleza que nos rodea.

Y ahí anda el hombre, tratando de capturar con su mirada (esa que solamente tienen y atesoran las personas que miran de una forma diferente) todo lo bello de las cosas y de las personas; tratando, con mucho esfuerzo, de conseguir su sueño: vivir y realizarse a través de la fotografía.

Seguro que lo conseguirá, conocimiento y aplomo no le faltan; además sabe, ¡lo sabe bien!, que cuenta con un valor añadido y definitivo: la persona que le acompaña en su día a día”.

Esa persona, como podéis imaginar, es Isabel.

Lo anterior me pareció corto, no presentable para un momento que seguro marcaremos en rojo en nuestro calendario vital. Y para ello me dirigí a esa persona que tantas y tantas veces me rescató de un posible naufragio. Esa persona es el abuelo Emilio; el abuelo que tantas aventuras infantiles vivió con nuestro protagonista.

Su texto, el que me remitió, dice así:

“Bueno, Capitán, llegó el día.

Desconozco cómo lo imaginaste, qué personas te acompañarían en este momento tan importante de tu existencia. Y si pensante que, entre esas personas, estaría el “abuelo Emilio”.

Y ya ves, aquí estoy (estamos). Y digo estamos porque desde que tuve conocimiento de la noticia y de que tu padre leería unas palabras, me puse manos a la obra. Convoque al “comité de familia” (ese del que forman parte, junto a este que te escribe, los abuelos Remedios y Alberto, Paco, Edu, tío Gabriel y también Cohete) para contarles que prepararía unas palabras de auxilio por si tu padre, como me imaginaba, pudiera bloquearse y no cumplir.

Si eso se ha cumplido, papá estará leyendo estas breves y sentidas palabras hacía aquel nieto con el que compartí momentos inolvidables; aquel nieto con el que construí una alianza invencible y al que trasladé un sentido por la vida de respeto y solidaridad.

Qué tiempos los que vivimos, ¿te acuerdas? Aquellos madrugones de fin de semana que te sumergían en el conocimiento de una vida sencilla y muy pegada al terreno. El campo, la playa o los paseos aventura junto a Patricia y María fueron conformando nuestro vinculo imborrable.

Isa, cariño, no tuve la oportunidad de convivir contigo; pero desde esta atalaya en la que nos encontramos he podido comprobar que eres el complemento perfecto de mi Capitán: le aportas el esfuerzo, la constancia y la dedicación que cada proyecto de vida necesita.

Después de lo comentado, decir, que comenzó lo inexorable. Creciste, te formaste y algunos de nosotros fuimos diciendo “hasta pronto”. Pero era un hasta pronto real, ya que desde el lugar en que nos encontramos os seguimos muy de cerca. Y ya lo ves: aquí estamos; muy contentos, por cierto. Contentos porque vemos a una familia unida que engalana y disfruta de días como el que hoy celebramos.

Bueno, Capitán e Isa, termino. Y lo hago con un consejo de abuelo: “Recordad siempre que la primera persona que debe confiar en vosotros y en vuestros sueños, sois vosotros mismos; realizarlos disfrutando del camino””.

viernes, 30 de junio de 2023

Jazz en la intimidad de la RUCAB


La noche estaba optima para escuchar un buen concierto de jazz. En este caso el que nos ofreció el trío TRICOTISM; una formación compuesta por el robusto y eficiente Keke Martín (al contrabajo), la elegante y enciclopédica Laura Domínguez (al teclado), y el muy versátil y polirítmico Luis Jiménez (a la batería).

El trío, que disfruta y goza sobre el escenario, presenta un sonido de jazz acústico moderno, conocedores del lenguaje musical clásico y contemporáneo y haciendo gala de ejecuciones de un buen nivel técnico y emocional. Y todo ello sobre un repertorio cargado de trabajados estándares, con algunos guiños a hermosos boleros.

En definitiva, un hermoso e íntimo concierto de jazz.

sábado, 13 de mayo de 2023

RUCAB, un rincón peculiar para escuchar jazz


El pasillo que lleva al auditorio de la RUCAB es largo y luminoso; al transitar por el mismo, por momentos, te sumerges en un ambiente de jazz en el que se intuyen o escuchan vagamente las voces de Tete Montoliu, Bobby Hutcherson, Lou Bennett, Abdu Salim, Miguel Zenón, Immanuel Wilkins o un largo etcétera que han probado su recoleto y bien dotado escenario.

Ese pasillo finaliza en un lugar donde de sus viejas paredes cuelgan dos hermosas obras del cantante y pintor pacense Gene García que homenajean a Dizzy Gillespie y Charles Mingus.

Parecería que todo está servido o preparado para que la escena sea en ocasiones un lugar consagrado al jazz.

Viene lo anterior a cuento para poner en situación, o en contexto, el concierto que el cuarteto del barbateño Pablo Castillo nos ofrecía en ese lugar el jueves 11 de mayo.

Y es en ese pasillo, en la prueba de sonido del Pablo Castillo Quartet, donde comienza a producirse el idilio que en la noche del 11 de mayo se produciría entre el cuarteto y el que esto escribe.

Antes de entrar a comentarios más profundos, diré que Pablo Castillo (trompeta) y sus acompañantes (Alejandro Tamayo al contrabajo, Manolo Perfumo a la guitarra y Carlos Ayuso a la batería) dejaron un sabor de boca (y oídos) excelente. Su música y su puesta en escena son potentes, respetuosos con la tradición y de un gran atractivo para el oyente.

La música que ofrece el cuarteto básicamente transita por un puñado de estándares que firmaron o interpretaron en su día Kenny Dorham, Dizzy Gillespie, Frank Sinatra o Billie Holiday. También, es necesario reconocerlo, por el repertorio de su primer disco “Introducing Pablo Castillo”, que contiene arreglos originales de estándares y composiciones de músicos que influyeron o impresionaron a Pablo Castillo, como Duke Ellington, Barry Harris o Charlie Parker.

La puesta en escena del grupo, tres jóvenes sobradamente preparados junto a un guitarrista con una amplia y dilatada trayectoria, es francamente potente y vistosa. Por momento me parecía estar, con una distinta escenificación, ante aquel magnifico trompetista que inflaba sus carrillos hasta lo inconcebible, apuntaba con su trompeta hacia el cielo y comenzaba a surgir aquella música de agudos imposibles y armonías insólitas.

Reconozco que me atrapo el concierto, ya que acabo de definir y comparar a Pablo Castillo con Dizzy Gillespie, su ídolo; cuando la escenografía o puesta en escena del cuarteto y su líder podría asemejarse más a la de Chet Baker. ¡En fin, cosas de estilos y músicos!

Lo realmente cierto, lo que allí se escuchó, o al menos yo escuche, fue la formación de unos jóvenes sobradamente preparados que, junto a un guitarrista con una amplia y dilatada trayectoria dentro del panorama jazzístico nacional, nos ofrecieron música que destilaba intensidad y un universo sonoro parido de las manos del insigne de Wes Montgomery y aderezado con otros temas del repertorio del hard bop.

Pablo Castillo, trompetista enorme y magnifico, dotado de un fraseo lírico dentro de un estilo musical duro como es el hard bop, encabezó su propia manera de entender la historia del jazz: una forma de ver en ella algo sobre lo que incidir, algo vivo con lo que dialogar o discutir, modificar y recoger para lanzar hacia el futuro con decisión.

Resultado: una sorpresa en forma de trompetista que me (nos) dejó entusiasmados a los que nos dimos cita en ese rincón tan peculiar de la RUCAB.

sábado, 25 de marzo de 2023

Cécile McLorin Salvant en el CCB de Lisboa


Comienza esta pequeña historia, mínima, con un plano secuencia que me sitúa recorriendo, camino de Belém, una ciudad de Lisboa que inicia su idilio con el color de la noche. Sin cortes, usando travellings y diferentes tamaños de planos y ángulos, me acerco ensimismado por lo que acontece a mi alrededor hacía una noche cargada de buena música.

Hace unos días asistí a la inauguración de una brillante exposición de pintura donde, su presentador (viejo y estimado amigo) nos ofrecía una aclaratoria explicación de los términos bonito, bello y sublime; todos ellos aplicados al arte. Y créanme que salí plenamente informado y convencido de la forma correcta de aplicar cada uno de esos términos al arte.

Pasados los días, con la lección bien aprendida, disfrutando de la hermosa y delicada ciudad de Lisboa, me encaminé hacia el Centro Cultural de Belém en la tarde noche del 17 de marzo.

Mi intención era enfrentarme (quizá nos el mejor término el elegido) al arte de la vocalista Cécile McLorin Salvant, esa chica que enamora en estos tiempos los escenarios que visita.

Y allí me la encontré, con una puesta en escena colorista y colorida, en un espectacular y abarrotado auditorio.

Disfruté del concierto, vaya por delante; disfruté de lo ofrecido por el arte vocal de nuestra vocalista y por la música que afloró junto a su cuarteto acompañante: Glenn Zaleski (piano), Yasushi Nakamura (contrabajo), Keita Ogawa (percusiones) y Marvin Sewell (guitarras).

Y para cumplir adecuadamente con esa voluntad epistolar o recordatoria que me he impuesto en esta impenitente y eterna afición que me acompaña, busqué muletilla para definir el concierto.

Y qué mejor muletilla que la definición de mi viejo y querido amigo sobre lo bonito, bello y sublime.

Bonito fue el concierto porque fue lindo, agraciado, de cierta proporción y belleza en su puesta en escena; bello por la perfección de sus formas, complaciendo a la vista o al oído y, por extensión al espíritu y, finalmente, sublime porque fue extraordinariamente bello y me produjo una gran emoción.

Cécile McLorin Salvant es una vocalista con una carrera fulgurante y dueña de una voz que todo lo puede. Se atreve con todo: del estándar o a lo más alejado de una vocalista de jazz.

El concierto giro en torno a su disco “Ghost Song”, una muestra más de la singularidad de la vocalista. Voz poderosa, con un registro incomparable, que domina la teatralización al narrar historias con sus canciones.

Plano final, antes del fundido a negro: el espectador, el que escribe, pasea hechizado por lo escuchado por la Lisboa más bohemia a la luz de sus farolas……….

martes, 21 de febrero de 2023

Un espectacular teatro para un espectacular trío


Este o algo similar podría ser la forma de titular el concierto que puede disfrutar el pasado 19 de febrero en el Teatro de la Maestranza de Sevilla en las manos de Brad Mehldau, Larry Grenadier y Jeff Ballard.

Sus manos y su sentido del ritmo, la melodía y la armonía permitieron que casi todo el público disfrutara de una de las mejores formaciones del jazz moderno. Y cuando escribo ‘casi todo’ se debe a que seguro que hubo espectadores, entre los que no me encuentro, a los que dejó tibios. ¡Lo siento por ellos!

Brad Mehldau, en solitario o en trío (como en esta ocasión), demuestra su maestría en cada una de sus interpretaciones. Interpretaciones que suponen la elección de un repertorio que escapa de los caminos más utilizados.

No me atrevo a afirmar, o quizás sí, que con la retirada de Keith Jarrett, Mehldau ha recogido el cetro del arte del trio de piano.

Mehldau acariciando las teclas del piano y sus inseparables Grenadier y Ballard (músicos capaces de cualquier genialidad) nos llevaron por el concierto más acústico y clásico que podíamos esperar. Me quedo, por poner algún ejemplo, con dos temas que me fascinaron: “And I Love Her” y “Si tu vois ma mère”. ¡Simplemente deliciosas!

Termino. Como al señor Mehldau no le gustan las fotografías, le dedico este mínimo robado……………….

viernes, 17 de febrero de 2023

Iceberg en Badajoz


Iceberg, los reyes del rock layetano, eran y son una de esas formaciones que forman parte de mi ADN musical. Max Sunyer (guitarra eléctrica), Josep Mas “Kitflus” (piano eléctrico y sintetizadores), Jordi Colomer (batería), Primitivo Sancho (bajo) y Ángel Riba (voz, saxo y guitarra), en la formación primigenia del grupo, conformaban una formación que hizo historia en aquellos años setenta del siglo veinte.

“Tutankhamon”, “Coses Nostres”, “Sentiments”, “Iceberg en Directe” y “Arc-En-Ciel” es la producción discográfica de un grupo que daría mucho que hablar y escuchar durante toda esa década.

Por aquí, en Badajoz, tuvimos la oportunidad de disfrutadlos un veinticuatro de junio de 1978, día grande de la Feria de San Juan de la ciudad.

El lugar elegido para su presentación, a las once de la noche, era el Auditorio Municipal Ricardo Carapeto Burgos y formaban parte de un doble programa que incluía previamente a la formación de Jaime Marques: embajador musical de la Bossa Nova en la España de aquellos momentos, tanto como integrante de la “Orquestra Orfeo Negro” como con una discografía que comienza en 1975 e incluye discos en solitario y múltiples colaboraciones.

Lo bueno de vivir junto a un parque (el que alberga el mencionado auditorio), además de los efectos positivos para la salud, es que te permite controlar cada uno de los movimientos que se producen en su interior.

¿Y cuál era el movimiento de aquel caluroso y sofocante veinticuatro de junio? Pues dicho queda: la actuación de los poderosos Iceberg y del brasileño Jaime Marques.

Por delante vaya que mí, nuestra, prioridad era escuchar y disfrutar del grupo catalán; pero con las orejas muy abiertas a lo que propusiera Jaime Marques. Conviene no olvidar que en aquellos años el jazz ya había llamado a nuestra puerta y que Jaime Marques proponía una estimulante fusión o colaboración con el mundo del jazz en las personas de Gatto Barbieri, Lionel Hampton, Pat Metheny, Thad Jones, Juan Carlos Calderón, Tete Montoliu o Pedro Iturralde.

Y claro, esa posición estratégica nos permitía no solamente asistir (pagando o no) al concierto oficial, sino a las pruebas de sonido previas al mismo. ¡Un chollo, vamos!

La prueba de sonido, la de Jaime Marques e Iceberg, había comenzado a una hora intempestiva (¡sobre las cinco de la tarde de un mes de junio en Badajoz!) y con ella el comienzo de nuestra estrategia de entrada al recinto. Bajo un calor asfixiante y una pasión de adolescente pirrado por la música, sufriría (¿sufriríamos?) una prueba gratificante en lo musical con un Jaime Marques y un Max Suñe tocando juntos y sacándose de la manga un Jam Session improvisada.

En 1978 el grupo había decidido embarcarse en la aventura de realizar un disco en directo, aprovechando más de cinco horas de material recogido en diversas actuaciones en febrero de 1978. Y esa, con otros temas del grupo, sería la base del concierto. Oh! Un Anec Sinfónic, Ones, Cançó Per Qualsevol Orquesta o Históries, serían los temas elegidos para sostener el esqueleto del concierto. Esos y los legendarios Preludi I Record, La Flamenca Eléctrica, Sentiments o A Sevilla.

Y llegó la hora del cierto, las once de la noche, y con ello la fiesta, los diálogos entre Suñe y “Kitflus” y, sobre todo, un recorrido mágico por el rock layetano; una manifestación musical que cuajaba en discos que respetaban al dedillo lo que se escuchaba fuera de España por aquel entonces. Estamos hablando de un rock progresivo próximo al jazz, en la línea de lo que producían la Mahavishnu Orchestra, Soft Machine o Miles Davis y todos sus discípulos, desde Herbie Hancock a Chick Corea.

El final, con Jaime Marques y, sobre todo, Iceberg resonando en nuestros oídos, daría paso a la fabulación y a un capítulo más de la construcción de mi larga historia junto al jazz.

lunes, 9 de enero de 2023

Manila de Ricky Dávila


Manila, la ciudad, debe ser enorme y desbordante; Manila, el libro de Ricky Dávila, es enorme y desbordante.

Comienzo, simplemente, observando con detenimiento la fotografía de la portada, donde un joven luchador, con su ingenuo bizqueo, parece transmitirme la identidad de una tierra y unas gentes: jóvenes, sensibles, inocentes, endurecidos, ….

El formato del libro invita a la quietud, a disfrutarlo detenidamente junto, por ejemplo, al silencio de una mañana de un domingo lluvioso.

Un libro en blanco y negro, como todas sus fotografías, que nos regala algo de color, amarillo, en el lomo de la portada y en las guardas del mismo. Un amarillo manila que, como no podía ser de otra manera, nos introduce en una obra madura que destila ese amarillo manila propio de la piel del limón maduro, de la flor del diente de león, de las abejas o del oro.

A partir de aquí, tras un prologo delicioso de Alberto García-Alix, la magia del movimiento para descubrir y exponer la visión de una ciudad, quizás, ignorada en el objetivo de un fotógrafo curtido.
Retratos, escenas en movimiento, calles, niños, prostitutas, violencia y todo aquello que a Dávila le sugiere sabor a una ciudad desgarrada y sobre todo desigual.

Quizás me confunda, interprete mal lo contado y fotografiado por Ricky Dávila; quizás sea una errónea interpretación, pero es la mía.

Lo que sin ninguna duda interpreto y afirmo es la magnitud y belleza de “Manila”; un libro inmenso de un fotógrafo que, como afirma García-Alix, toma fotos con rapidez y seguro de sí mismo.

¡Gracias, Ricky!