domingo, 9 de febrero de 2014

Pablo Guerrero

De repente, me quité 35 años. Aunque pueda parecer un tópico, fue así. 

En el escenario un Pablo Guerrero avejentado, pero muy seguro de su palabra y de su música. A su alrededor, tres músicos magníficos; uno, Luis Mendo, infinito. Un músico que no toca su instrumento: lo acaricia. 

Y Pablo a lo de siempre, a contarnos, y cantarnos, esos maravillosos poemas de su pluma o de la de otros grandes poetas. Un Pablo Guerrero que a medida que su voz ha ido decreciendo, lo ha compensado con la música con la que arropa lo que cuenta y canta. 

Un concierto para guardar en un lugar privilegiado de la memoria.