Hace ya unos años, un día de noviembre de 1995, podía leerse en la prensa local de Badajoz: “¡Atención aficionado! El próximo martes comienza la novena edición del Festival de Jazz de Badajoz, una edición que bien podría calificarse como el "Festival de las tendencias". Y decimos esto, porque la programación de este año realiza un recorrido por determinados momentos de la historia del jazz, que cronológicamente, podemos decir que son: el swing, el hard-bop y el jazz-rap”.
Diecinueve años después nos encontramos ante otro “festival de tendencias”; en este caso, de tendencias geográficas. España, Cuba, África y España, sería el recorrido geográfico y cronológico de la XXVII edición del Festival de Jazz de Badajoz.
¡Veintisiete ediciones de un festival de jazz son palabras mayores!; por ello, mi felicitación para la organización. La ciudad, el aficionado al jazz, y a la música en general, agradecerán el trabajo continuado y sin descanso que se realiza por este festival.
El Teatro López de Ayala volvía a ser el lugar elegido para la celebración de los conciertos. Chano Domínguez, Chuchito Valdés, Carmen Souza y Jorge Pardo los cabezas de cartel.
En la primera jornada, el día 5 de noviembre, aparecía por el escenario del teatro Chano Domínguez, a piano solo. Chano, bendecido por Tete Montoliu o Wynton Marsalis, es un pedazo de músico que posee una virtuosa capacidad de aunar la sutileza del jazz y la fuerza del flamenco, además de otorgar una estética jazzística a temas populares españoles. Ha conseguido, con su trabajo y dedicación, un sonido propio y una forma de integrar o fusionar el jazz y el flamenco que nadie antes había puesto sobre la mesa.
Su concierto, para mí, esplendido. Cuando interpreta temas ajenos o, sobre todo, los propios transmite todo el universo musical que lleva en su cabeza y en sus manos. España de la mano de Chano.
En la segunda jornada, 6 de noviembre, un huracán musical asolaba el teatro. Chuchito Valdés Quartet nos ofrecía un repertorio de excesos frente al piano. ¿Era necesario? Me da la impresión que con una interpretación más sosegada y reposada hubiéramos disfrutado mejor su música y su nivel técnico. Ejemplo de ello: “Bésame mucho”.
Su concierto, para mi, fallido. Cuba y su música se merecen más que fuegos de artificio.
La tercera jornada, 7 de noviembre, nos traía una chica, Carmen Souza, con una propuesta musical de gran frescura. Ella y su trío nos sumergieron en el universo de una música cargada de colores, ritmos y matices. Como seña de lo anterior el tema “Afri Ka”.
Pero cuidado que el jazz no lo abandonó: nos dedicó un original “Song for My Father” o un fresco “Donna Lee“. África y el jazz de la mano de una encantadora voz portuguesa.
En la cuarta y última jornada, 8 de noviembre, llegó Jorge Pardo. Un hombre que es puro oficio y una leyenda de la música actual. Un músico al que le gusta fusionar el flamenco con el jazz, dando el gran protagonismo al primero. Jorge Pardo es un viejo conocido de la ciudad: sus actuaciones han sido siempre un placer para los odios de los asistentes.
Un concierto sobresaliente: por la música interpretada y por sus intérpretes.
¡A la espera de la XXVIII edición!
http://elgabinetedekaligari.blogspot.com.es/2014/11/carmen-souza-en-el-xxvii-festival.html?spref=fb
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