Siempre nos quedarán aquellas cabalgadas salvajes sin fin de John McLaughlin a la guitarra, Tony Williams a la batería y Larry Young en los teclados. Después Williams movería ficha e incorporaría a Allan Holdsworth a la guitarra y Webster Lewis en los teclados (no olvidar que por allí también estaba el “brujo” Jack Bruce al bajo eléctrico). Aquello, bajo el nombre de Lifetime, ocurría en los setenta del siglo pasado y todavía hoy estamos prendados de tan buena música y de tan buenos músicos, donde las fronteras entre jazz y rock parecían perderse para siempre.
Años más tarde vendrán músicos de la talla de John Scofield o formaciones como la de Medeski, Martin & Word que gustarán de practicar esta música bajo este paraguas formativo: el trío.
Y digo todo esto, porque ayer en la RUCAB de Badajoz teníamos la oportunidad de escuchar a un trío que nos proponía aquella música que años atrás nos deleito de la mano de la formación Lifetime.
Me estoy refiriendo al CBF Trío, una formación encabezada por Pedro Calero al órgano Hammond y que se completa con André Fernández a la guitarra eléctrica y Paulo Bandeira a la batería. Un trío con certificado de garantía ibérico: dos portugueses junto a un español.
La música que despliegan tiene ese sello inconfundible de lo realizado por Tony Williams, John Scofield y tantos otros que fusionaron jazz y rock desde una vertiente muy libre; una música que podríamos catalogar como extraña, anti sistema, impredecible, inesperada y hermosa. ¡Si, todo eso a la vez!
Por resumir: tres músicos de gran nivel con una propuesta musical antigua pero deliciosa.
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