domingo, 17 de enero de 2021

Badajoz, noviembre 1986: 1er. Festival de Jazz de Badajoz


¿Qué hacemos?, era la insistente pregunta que nos formulábamos los organizadores de este nuevo evento local, minutos antes de comenzar el concierto inaugural del 1er. Festival de Jazz de Badajoz; un concierto que venía de la mano del quinteto de Paquito de Rivera. ¿El problema?, se preguntarán. Sencilla la respuesta: el manager del grupo quería cobrar antes de la actuación. ¡Un problemón! 

Pero comencemos por el principio, por explicar cómo se gestó y realizó algo inusual y nunca visto en una provinciana ciudad como Badajoz. 

Escribir sobre el primer festival de jazz de Badajoz, es todo un ejercicio de reconstrucción de parte de la historia de la música de jazz en la ciudad. 

Por aquellos días los Amigos del Jazz de Badajoz, asociación recién creada para canalizar el flujo de trabajo de unos pocos locos por esta música, tratábamos de asentar el germen de una programación estable que, pensábamos, había tenido su inicio con el concierto presentación de la Asociación con el grupo Madera. 

Y qué mejor manera para establecer una buena base que dirigirnos a nuestro Ayuntamiento a buscar financiación de lo que entendíamos podía ser una larga y duradera historia de música y jazz para la ciudad. Y a ello nos pusimos, Lorenzo y yo, con un empuje y una dedicación digna de elogio. Mantuvimos una primera reunión con la concejalía de cultura y de la misma, tras exponer un brillante proyecto, sacamos calabazas. 

Aquellas calabazas no hicieron otra cosa que despertar aún más nuestro interés en la organización de aquella muestra de jazz. Y volvimos a la carga con nuestro querido Ayuntamiento. Pero siempre, para que negarlo, obtuvimos un no por respuesta. 

Pero mira por donde, por aquellos días mi cuñado Alberto, hermano de mi mujer y prócer de la ciudad, decidió casarse. Y la verdad que con tal acontecimiento nos vino dios a ver. A los Amigos del Jazz, me refiero. 

Cuando digo prócer me refiero a que era concejal del Ayuntamiento de Badajoz; y por ello, dada su amistad con el alcalde, el llorado y a veces injustamente vilipendiado Manuel Rojas, fue uno de los invitados a la boda, una boda celebrada en la población cacereña de Hoyos. 

El que esto narra, en principio, asistía a tal acontecimiento en calidad de cuñado del novio. Pero era evidente que me encontraba en un momento estratégico para intentar nuevamente volver las calabazas por “frondosas frutas de la pasión”. Y a ello puse todo mi empeño. 

Pasada la ceremonia religiosa, recuerdo que los asistentes nos dirigimos hacia el cercano pueblo de Moraleja para celebrar, con abundancia, el convite ligado a la boda. Y las abundantes viandas y el líquido (por el alcohol) que acompañaba a las mismas hacían un excelente puente de acercamiento al alcalde. Y la cosa fue rápida; en un abrir y cerrar de ojos me acerqué al alcalde, y le expuse la situación y gestiones anteriores realizadas para nuestro ansiado proyecto musical. El alcalde, como no podía ser de otra manera, tomó el asunto como un proyecto magnífico para la ciudad y me aseguró que el mismo se realizaría sin ningún género de dudas. 

Como se puede comprender, para mí, aquel era un día alegre y festivo dado lo que se celebraba en mi familia. Pero a partir de la buena nueva de nuestro alcalde se convirtió en un día inolvidable para la historia del jazz de Badajoz. 

Lo que sigue serán días de trabajo frenético, de idas y venidas al Ayuntamiento, de conversaciones con los representantes de los músicos, preparativos del sonido, sala y todo lo que en definitiva lleva aparejado un evento de este tipo. Eso sí, los músicos y formaciones no eran cualquier cosa: Paquito de Rivera en quinteto y Kenny Burrell en trío. Conviene aquí recordar que nos encontramos en 1986 y que estamos hablando de una leyenda viva del jazz, el guitarrista Kenny Burrell, y del saxofonista alto del momento, Paquito de Rivera. 

De los conciertos, de los cuales guardo grabación, solo quiero dejar constancia del nivel musical de ambos. 

El del trío de Kenny Burrell, el 16 de noviembre, fue toda una lección de jazz y un magnifico tratado de técnicas musicales: guitarra, contrabajo (David Jackson) y batería (Kenny Washington) hicieron las delicias del público. No debemos olvidar que estábamos ante uno de los más destacados guitarristas que ha aparecido en el panorama musical tras la Segunda Guerra Mundial. Con una carrera de más de cincuenta años, Burrell ha resistido el arte comercial y las tendencias populares. Intérprete, arreglista, erudito y, sobre todo, uno de los mayores profesionales de la guitarra de jazz. Su estilo es distinguible y fácilmente reconocible, su trabajo explora nuevas posibilidades armónicas de la guitarra, manteniendo un fuerte enfoque swing. Conocido por su devoción y su versatilidad musical, Burrell se ganó la aclamación de todos los asistentes al concierto. En definitiva, un estupendo concierto que trajo a los buenos aficionados al jazz de Badajoz a un grande de la guitarra de jazz. 

El concierto del quinteto de Paquito de Rivera, el 15 de noviembre, fue bastante más movido (en lo musical y en lo no musical). Daniel Freiberg puso el piano; Sergio Brandao, el bajo eléctrico; Ignacio Berroa, la batería; Claudio Roditi, la trompeta y Paquito de Rivera al saxo alto y clarinete. Así, uno tras otro, fueron apareciendo por el escenario del López de Ayala los amigos de Paquito de Rivera y el propio Paquito, que montó su propia fiesta para celebrar su visita a Badajoz tocando el clarinete y el saxo. Y así fue. Paquito, tras fundirse en un gran abrazo con los músicos e intercambiar bromas, tomó su saxo y empezaron a correr las notas con facilidad y gracia, en una mezcla improvisada de tendencias y estilos musicales. "Hay dos tipos de música: la buena y la mala", comentó el artista; "clásica, brasileña, jazz, flamenco, la música siempre es bella". Y eso es precisamente lo que nos ofreció este artista magnífico, un hombre que además sabe contar las cosas con ternura y sentido del humor. 

Pero como comentaba anteriormente, este concierto tuvo algunas cosas más. Por ejemplo, el “numerito” del manager que los traía antes del comienzo del concierto: “o cobramos por anticipado, o no hay concierto”. Pues ya nos ven a Lorenzo y a mí buscando a nuestro querido alcalde, Manuel Rojas, por toda la ciudad para la firma de un cheque que aplacara el órdago lanzado por el representante de Paquito. Finalmente, tras una buena gestión de la policía municipal, pudimos dar con el alcalde y tener el deseado cheque. A todo esto, el público comenzaba a impacientarse por la hora de comienzo, ajeno a todo lo que ocurría entre bambalinas. 

Y entre bambalinas ocurría, por ejemplo, las conversaciones del que esto escribe con Paquito y las fotos que también le realice. ¡Lástima no haberme fotografiado con él! Tampoco lo hice con Kenny Burrell. Si guardo una foto dedicada, por Paquito, a la chica que venía con el manager, que muy amablemente me cedió. Entiendo que el regalo de la fotografía, sería en justa correspondencia por haberle aplacado el enorme frío que tenía en el López aquella velada. 

Y hasta aquí, los recuerdos de dos inolvidables noches junto al jazz y de lo que sería, sin ninguna duda, la base sobre la que reposa el hoy consolidado festival de jazz de la ciudad de Badajoz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario