sábado, 8 de noviembre de 2025

Marc Copland en Badajoz

Fotografía realizada por Emilio Jiménez Hidalgo

Lo he conocido personalmente con ocasión de su concierto en la XXXVIII edición del Festival de Jazz de Badajoz; el que llenó de vida la sala Montesinos 22 de Fundación CB.

Cuando uno echa la vista atrás y comprueba como una ciudad como Badajoz se aproxima a las cuarenta ediciones de un festival de jazz, no tiene más que sentirse orgulloso y un privilegiado de poder haber asistido a la visita de grandes personajes de esta maravilla que es la música de jazz.

Pierdan un poco el tiempo por las redes sociales y podrán comprobar como no son tantas las localidades españolas que llegan a este numero tan elevado de ediciones. ¡Gloria bendita!

Y comentaba que lo he conocido personalmente, porque musicalmente es un viejo y amado conocido de este que escribe estas notas. En un vistazo a vuela pluma compruebo que mi discoteca tiene, al menos, unas treinta y siete referencias a su nombre; en ellas no contabilizo donde ha sido fiel escudero de otros grandes músicos.

Si tuviera que utilizar un termino para definir lo que he sentido y percibido en mi contacto personal con Marc Copland sería la humildad, palabra que están jalonadas o apoyadas en la modestia y respeto.

Y lo encontré en esa jornada anterior al concierto haciendo lo que hacen los grandes músicos: practicando esa forma que lo hace un pianista excelso, prolífico, que explota al máximo las texturas y armonías de aquello que interpreta con su colosal maestría.

Alguien manifestó en su momento que el jazz sobrevivirá mientras haya forma de que la música llegue al público con la mínima interferencia estética. Hay veces que es más fácil que otras, pero hasta ahora siempre ha sido posible. Y eso es lo que Marc Copland realizó en el espléndido concierto que ofreció en Badajoz.

Un concierto a piano solo donde improvisó a partir del sonido y las sensaciones, sin un programa previo con las notas que iba a tocar, sino que elaboró a partir de los elementos presentes en una noche en el que se le veía cómodo e integrado con el público.

Marc Copland se ha convertido en leyenda, en un gigante tranquilo lirico, sensible y sublime que lleva la palabra del jazz allá por donde pasea.

¡Gracias por tu maestría y humildad, Marc!

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