domingo, 11 de noviembre de 2012

XXV Festival Internacional de Jazz de Badajoz (y 2)

Leía una entrevista con Jerry Bergonzi en la que decía “me considero un eterno estudiante”. Y la verdad es que este impenitente buscador de música, me refiero al que esto escribe, no puede dejar de reconocer que el estudiante está sobradamente titulado y desarrollando estudios de postgrado. 

Con ocasión de la XXV edición del Festival de Jazz de Badajoz he tenido la oportunidad de escuchar a este pedazo de músico, a este pedazo de saxofonista. El concierto con lo que nos obsequio la noche del día 8 de noviembre, en formación de cuarteto, quedará en la retina y oídos de todos los asistentes como uno de los mejores conciertos que han pasado por esta ciudad. 

Bergonzi es un gigante de su instrumento, en la línea de Joe Henderson, Wayne Shorter, John Coltrane o Hank Mobley. Sinceramente, la otra noche en algunos momentos me parecía escuchar a Henderson, otro grande que tuvimos la ocasión de degustar en la ciudad. 

Fiel a un estilo propio, que ha logrado consolidar gracias a la intensidad y profundidad de la herencia recibida de grandes tenores y de su propia creatividad y originalidad, Bergonzi consigue algo reservado solo a los más grandes: la comunión total con el auditorio a partir de una interpretación sin concesiones a los sonidos más comerciales. Todo ello arropado por un magnifico trío: Carl Winther al piano, Dave Santoro al contrabajo y Andrea Michelutti a la batería. 

La segunda jornada del Festival corrió a cargo de Bill Evans, el saxofonista. Es una broma, que más quisiéramos los aficionados haber tenido la oportunidad de escuchar al mítico Evans pianista, aquel músico que tiene un sitio reservado entre los grandes del jazz y la música. 

Del concierto y del líder poco puedo destacar o escribir. Quizás escribir si, pero pocas ganas me quedan después de lo visto y escuchado. ¡Lastima que un gran saxofonista se dedique a propuestas como la que tuvimos ocasión de escuchar! Y cuidado, que debo ser de los pocos desengañados del concierto, pues el público (una sala repleta) se lo pasó de maravilla. ¡Cosas de la edad y el oído!, mi edad y oídos. 

Cuentan los viejos del lugar, los conocedores de las entrañas del viejo López de Ayala, que a veces se ve entre la tramoya del teatro al espíritu de Kenny Burell. Y dicen que es en muy contados ocasiones, en momentos que en el teatro resuenan notas musicales nacidas de las manos de algún buen guitarrista. 

Kenny Burell, el bueno de Kenny, estuvo por el López de Ayala allá por el año 1986. Un 15 de noviembre dio toda una lección de jazz y un magnifico tratado de técnicas musicales; le acompañaban David Jackson al contrabajo y Kenny Washington a la batería. Hicieron las delicias del público. 

Parece ser, al menos eso cuenta la leyenda, que tan encantado quedó de su concierto: de su nivel musical y de la reacción del público, que decidió quedarse a vivir en espíritu en este viejo y maravilloso teatro. Un teatro que guarda entre sus paredes mil y una historias que contar; entre ellas ésta del bueno de Kenny. A mí, sinceramente, me pareció ver entre bambalinas en algunos momentos, durante la actuación de Lionel Loueke, a Kenny Burell. 

Lionel Loueke, cantante y guitarrista, nos dedicó en su concierto exquisitas propuestas de fusión jazzistica, en las que culminan búsquedas e incursiones en diferentes culturas musicales. Y esto lo hizo acompañado de Michael Olatuja al bajo eléctrico y Mark Guiliana en la bateria. Es difícil pensar en una fusión musical entre los rítmicos y movidos sonidos de la música del continente negro y la tranquilas y melancólicas notas del jazz moderno: pues eso es lo que nos contó Lionel Loueke durante su actuación de la última jornada del festival; una unión perfecta entre dos culturas. 

Y todo esto es lo que debió pensar Kenny Burell, y por ello dejó a su espíritu al descubierto durante la actuación de este prometedor guitarrista africano. 

Y así, con idas y venidas musicales, pasó una nueva edición del Festival de Badajoz; la veinticinco, ¡qué no es poco decirlo! Y por ello, por mantener viva la música de jazz en Badajoz y por el nivel de sus propuestas musicales, felicito a los organizadores del Festival de Jazz de Badajoz.

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