miércoles, 11 de noviembre de 2020

XXXIII Festival Internacional de Jazz de Badajoz: Colectivo DiJazz Band


Este extraño año me obliga, por efectos de la pandemia que sufrimos, a realizar un innovador seguimiento del Festival. ¡Me tocó confinamiento!

Como no podía ser de otra forma, me hubiera gustado estar presente en los conciertos; pero imponderables del momento, me invitan, además de como ejercicio literario, a fabular sobre los conciertos desde el confort de mi habitación y con el conocimiento que creo atesorar del artista que cada noche realiza visita a nuestro querido Festival. 

Una vez más, y ya son varias decenas, el Teatro López de Ayala de Badajoz es el escenario elegido para disfrutar de esta música inmensa y sin final que es el jazz. 

¡Vamos allá! 

10 de noviembre de 2020: Colectivo DiJazz Band 

Joaquín de la Montaña, saxo tenor.
Narciso González, saxo tenor.
Javier Alcántara, guitarra.
Pedro Calero, teclados.
Pablo Romero, teclados.
Pepín Muñoz, batería.

Comenzó el Festival, así con mayúsculas, con el mejor plantel posible de músicos de jazz de nuestra tierra. Es verdad que faltan algunos ilustres músicos como Iván Sanjuán, Javier del Barco o Enrique Tejado (por poner algunos claros ejemplos); pero para un combo de jazz como el de esta noche no está nada mal. Diría más: ¡está muy bien! 

La emoción, el impulso y la capacidad de este grupo de jóvenes leones es garantía de lo podemos escuchar sobre el escenario del Teatro López de Ayala. 

Pasión, pulsión y poder son tres de las características de estos músicos; tres palabras que comienzan por p, la letra con la que comienzan los nombres de Pablo Romero, Pepín Muñoz y Pedro Calero. 

Reflexionen un poco y díganme si no podrían ser las palabras que definen a estos tres sobresalientes músicos. 

Pablo Romero es eso, pasión por la música. La música como herramienta de transformación social. 

Pepín Muñoz es pura pulsión. Pulsión que al establecerse en un más allá nos habla de una tendencia que implica el incremento de la tensión, el goce. 

Pedro Calero es el poder. Es un músico que en todo lo que hace, proyecta o colabora imprime un carácter de gran capacidad y buen hacer. 

Joaquín de la Montaña y Narciso González son, por continuar con las definiciones, en una palabra, la elegancia y la versatilidad en los vientos. 

Joaquín de la Montaña siempre me ha recordado la elegancia de James Carter, una combinación de fuerza y alma, de técnica y sensualidad, que impresiona sobre el escenario. 

Narciso González es pura versatilidad; un saxofonista, brillante por momentos, contundente y virtuoso que por continuar con las comparaciones me recuerda a Ted Nash. 

Dejo para el final el engrase del combo, Javier Alcántara. Y perdónenme por este simbólico título. Pero lo veo así: un componente para lubricar, lubrificar, untar, suavizar y encerar la formación. 

Javier Alcántara es ese músico que busca siempre guiarnos a través de su razón de vivir o ser: la música. 

Imaginen como final del concierto al combo interpretando Compassion, esa deliciosa balada en las manos sin límites de Pablo Romero, Pepín Muñoz, Pedro Calero, Joaquín de la Montaña, Narciso González y Javier Alcántara. 

¡Sublime!

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