Es cuestión de parafrasear a Paquito D’Rivera en aquel entretenido y curioso libro que tituló “Mi vida saxual”: Madrid fue para mí, el pasado jueves, una ciudad con saxo.
Mi intención inicial era asistir al concierto de Ernie Watts en el Café Central. Pero a veces el destino tiene guardadas algunas sorpresas; en este caso era el concierto que Antonio Lizana tenia previsto en la Fnac de Callao.
Antonio Lizana es un músico distinto; un músico, muy joven, que lo mismo hace flamenco con su voz como con sus saxos alto y soprano. Es una especie de Camarón reencarnado en la figura de un finísimo saxofonista que lo borda tanto con la voz como con los saxos.
Escuchaba hace unas fechas decir a Jorge Pardo sobre él: “¡Todo es impactante en Antonio! Su cante, su toque con el saxo, sus composiciones, su banda y lo mejor es que a su arte no se le ven los límites…”. Y no puedo estar más conforme con el maestro Pardo en esa afirmación: Antonio Lizana es original, su forma de enfrentarse a su música es totalmente diferente a lo que hasta el momento he podido escuchar de la confluencia del jazz y el flamenco o del flamenco y el jazz. Disfruta en el escenario y ese entusiasmo lo transmite al público. ¡Un hallazgo!
Tras un Antonio Lizana caído del cielo me tocaba el concierto previsto: el Ernie Watts Quartet. Y debo decir que lo previsto era el concierto y no lo que allí ocurrió: un vendaval de buena música y una lección de un cuarteto que se nota sobradamente que lleva muchos años haciendo disfrutar al personal. Watts es un maravilloso saxofonista, que despliega belleza y calidad en todo lo que toca. Sus acompañantes son un lujo: Christof Saenger (piano), Rudi Engel (contrabajo) y Heinrich Koebberlin (batería). ¡Impresionante!
¡De Madrid al saxo!
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