El día a día transcurre entre el teletrabajo, el trabajo doméstico y las aficiones.
Y entre esas aficiones dedico un largo rato a la escucha del “Songs Without Words”, obra de Fred Hersch, uno de los pianistas más singulares del panorama jazzístico internacional.
La obra en cuestión, compuesta por tres magníficos volúmenes, dedica su primer volumen a composiciones propias, casi todas a piano solo, donde su estilo cobra un grado extremo de melancolía y ensimismamiento. El segundo son revisiones de estándares y el tercero es un monográfico sobre Cole Porter. Más de tres horas de música de uno de los mejores pianistas contemporáneos.
Fred Hersch es un pianista que ha sido comparado una y mil veces con Bill Evans; quizá por ese pulso lento y estilo contemplativo que demuestra en cada una de sus interpretaciones.
Tuve la oportunidad de disfrutarlo, gracias al buen trabajo de los amigos Javier Alcántara y Pablo Romero, en el Festival de Jazz de Badajoz; concretamente un 15 de noviembre de 2017.
De ese concierto tengo recogidas las siguientes notas: “Fred Hersch es un tipo enjuto, de mirada huidiza y de una cabeza muy singular, de forma cónica y con grandes orejas.
También, lo importante, practica un pianismo culto, elegante, intelectual y muy personal. Es un músico muy dotado técnicamente que embriaga a su auditorio desde las primeras notas que manan de sus hermosas manos.
Su concierto gustó. Y gustó, entre otras cosas, porque nos encontramos ante un pianista con un lenguaje muy personal que tiene muy asumido que su música es bandera en el jazz”.
También, Willy López, amigo y paciente periodista, escribía en su “Cultura Badajoz”: “No solo se improvisa en el jazz. Los acordes y desacordes también se producen en el periodismo y cuando las cosas no salen dadas… ¡Platillo al aire y plas! Artículo improvisado. Un riff del fotógrafo en las pruebas de sonido de Fred Hersch, un “solo” del redactor ante su teclado a lo Lee Konitz y Thelonius Monk en la maquetación de la editorial…”.
Continúo en la escucha de esta hermosa obra; Fred Hersch ataca con ese estilo tan personal “Caravan”. ¡Una delicia!
Y entre esas aficiones dedico un largo rato a la escucha del “Songs Without Words”, obra de Fred Hersch, uno de los pianistas más singulares del panorama jazzístico internacional.
La obra en cuestión, compuesta por tres magníficos volúmenes, dedica su primer volumen a composiciones propias, casi todas a piano solo, donde su estilo cobra un grado extremo de melancolía y ensimismamiento. El segundo son revisiones de estándares y el tercero es un monográfico sobre Cole Porter. Más de tres horas de música de uno de los mejores pianistas contemporáneos.
Fred Hersch es un pianista que ha sido comparado una y mil veces con Bill Evans; quizá por ese pulso lento y estilo contemplativo que demuestra en cada una de sus interpretaciones.
Tuve la oportunidad de disfrutarlo, gracias al buen trabajo de los amigos Javier Alcántara y Pablo Romero, en el Festival de Jazz de Badajoz; concretamente un 15 de noviembre de 2017.
De ese concierto tengo recogidas las siguientes notas: “Fred Hersch es un tipo enjuto, de mirada huidiza y de una cabeza muy singular, de forma cónica y con grandes orejas.
También, lo importante, practica un pianismo culto, elegante, intelectual y muy personal. Es un músico muy dotado técnicamente que embriaga a su auditorio desde las primeras notas que manan de sus hermosas manos.
Su concierto gustó. Y gustó, entre otras cosas, porque nos encontramos ante un pianista con un lenguaje muy personal que tiene muy asumido que su música es bandera en el jazz”.
También, Willy López, amigo y paciente periodista, escribía en su “Cultura Badajoz”: “No solo se improvisa en el jazz. Los acordes y desacordes también se producen en el periodismo y cuando las cosas no salen dadas… ¡Platillo al aire y plas! Artículo improvisado. Un riff del fotógrafo en las pruebas de sonido de Fred Hersch, un “solo” del redactor ante su teclado a lo Lee Konitz y Thelonius Monk en la maquetación de la editorial…”.
Continúo en la escucha de esta hermosa obra; Fred Hersch ataca con ese estilo tan personal “Caravan”. ¡Una delicia!
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